Una aproximación a los bosques de la ciencia ficción

Por Lucía Triviño Guerrero, Licenciada en Historia (UAH) y máster en Estudios Medievales (UCM). Creadora y administradora del proyecto de divulgación Las Hojas del Bosque.

Para amenizar la lectura, te recomiendo como hilo musical «The Motion of Stars», canción de Vangelis incluida en Direct (1988, BMG Eurodisc Limited).

Nuestro planeta azul orbita sin pausa alrededor de una estrella, punto central de una galaxia que se pierde entre semejantes en un extenso universo que el ser humano sueña con explorar a gran escala. Desde la Tierra miramos al cielo nocturno intentando dar respuesta a cientos de incógnitas, pero hay una que nunca deja de repetirse: aquella que despierta el interés por saber si en algún punto del espacio exterior habrá planetas similares al nuestro, con sus geografías particulares, si estarán habitados por seres parecidos a nosotros, a nuestra fauna y flora.

La exploración espacial, que tan lejana se veía hasta hace apenas setenta años, es ahora una realidad. Objetos de alta ingeniería recorren los límites de nuestro sistema solar recopilando información sobre el cosmos, del que sabemos muy poco aún si lo comparamos con su inmensidad. Ante la imposibilidad de la ciencia de avanzar tan rápido como lo hace la ficción, es esta última la que ha dado forma a estas incógnitas y ha imaginado cómo podrían ser esos mundos. Así, la ciencia ficción, aunque se asienta, o debería, sobre bases científicas sólidas, se nutre de la imaginación para crear y describir mundos paralelos en forma de utopías o distopías, de contextos apocalípticos o de sistemas interplanetarios perfectamente conectados.

El paisaje prototípico de este género es el de un inmenso universo estrellado por el que transitan naves y estaciones espaciales de una galaxia a otra; un modelo sobreexplotado en mayor medida por la industria cinematográfica. Teniendo en cuenta que esta imagen no parte desde una premisa falsa, es necesario decir que los paisajes de la ciencia ficción van más allá de los espacios vacíos y las ciudades inteligentes. Hay tierras baldías, mares y bosques, muchos bosques; algunas veces serán piezas únicas de biología extraterrestre, y otras, simplemente, mutaciones resultado de catástrofes químicas o de experimentos genéticos. En cuanto a su composición, se sobreentiende que las arboledas de otros planetas no serán igual que las terráqueas, o por lo menos no deberían. Uno de los problemas a la hora de estudiar los bosques en la literatura de ciencia ficción es la poca precisión que en ocasiones se tiene a la hora de describirlos, eso si no se hace un traspaso literal de los bosques terráqueos a otros planetas, el cual no tendría en cuenta los numerosos factores que provocarían que la flora que pudiera crecer en, por ejemplo, Venus sería muy distinta a la que crece en la Tierra. A pesar de ello, hay algunos ejemplos que destacan por sí mismos, sobre todo en forma de junglas espesas, oscuras y ricas en biodiversidad.

¿Y qué dice la ciencia sobre la existencia de plantas en otros planetas? La astrobiología lleva años estudiando esta posibilidad y una de las preguntas derivadas de este proceso es ¿cómo buscar organismos en exoplanetas alejados si no se sabe cuál podría ser su aspecto?

Schwieterman and Cockell, a University of Edinburgh astrobiologist, decided to look further, and measure the reflectance of Earthly organisms with different kinds of pigments. They included those that do not rely on photosynthesis to see what biosignatures they produce and how those might differ from photosynthetic organisms — or indeed from nonliving surface features like rocks and minerals.

Pigments that absorb light are helpful to Earthly organisms in ways other than just producing energy. Some protect against the sun’s radiation or have antioxidants to help the organism survive extreme environments such as salt concentrations, high temperatures or acidity. There are even photosynthetic pigments that do not produce oxygen at all. (Kelley, 2015)

Por su parte, Nancy Y. Kiang, biometeoróloga del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, es autora de varios artículos colaborativos donde desarrolla sus teorías alrededor de la predicción del color y la supervivencia de plantas en entornos muy distintos a nuestro planeta. Los resultados de estos estudios concluyen que cada planeta tendría su propia gama de colores dominante en función de la luz, visible o infrarroja, y las condiciones de la atmósfera a la hora de hacer la fotosíntesis. Así, estos avances predicen que los tonos dominantes en algunos exoplanetas podrían ir desde el verde hasta el amarillo o el rojo. En cuanto a su intensidad, los más alejados de su estrella tendrían una tonalidad más oscura que aquellos más próximos. Curiosamente, algunos de los colores preferidos para tintar la clorofila de las plantas ficcionales son el violeta, el azul y el verde intenso.

¿Dónde podemos encontrar bosques en la ciencia ficción?

Las arboledas ficcionales son muy variadas y crecen en lugares muy diversos, así que para no perdernos entre la maleza vamos a agruparlas en bloques:

  • Bosques terráqueos que persisten, con o sin mutaciones, tras un suceso transformador a gran escala, como un apocalipsis.

En este tipo de novelas, las plantas se adaptan a las nuevas condiciones y suelen escalar puestos dentro de la cadena alimenticia. Algunos de los ejemplos más destacados los puedes encontrar en Invernáculo (1962), de Brian Aldiss, o en El mundo sumergido (1962), de J. G. Ballard.

  • Bosques submarinos.

Al hablar de bosques, muy a menudo se nos olvida ponernos las gafas de buceo para buscar espesuras bajo las aguas. En esta ocasión, las grandes laminariales o el sargazo sustituirán a las secuoyas o las hayas terrestres y desempeñarán papeles muy parecidos a los de sus homónimos terrestres. Sin duda, 20 000 leguas de viaje submarino (1869-1870), de Julio Verne, es una de las obras de ficción clave para saber más sobre estos entornos.

  • Bosques en otros planetas.

La variedad es indiscutible. Desde planetas-jungla, como alguno de los que forman el universo del videojuego Mass Effect (2007, 2010, 2012) en sus respectivas ediciones; planetas prisión boscosos, como Nuevo Árbol a Medio Camino, donde se desarrolla la acción de Ladrona de Medianoche, de Nalo Hopkinson (2000), hasta aquellos que son visitados en varias ocasiones por Rick y Morty (2013-actualidad) para recolectar frutos de árboles con forma fálica. Además, si la historia se sitúa a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía, también harán su aparición jardines exuberantes en residencias de magos o bosques que reflejan los tonos rosáceos y violáceos del cielo, como los descritos en La Tierra Moribunda (1950), de Jack Vance.

  • Bosques en entes astronómicos menores, como lunas o meteoritos.

En el Episodio VI: El Retorno del Jedi (1983), una de las batallas más importantes de la película se lleva a cabo en una de las espesuras más famosas del universo Star Wars: la luna de Endor. En este boscoso cuerpo astronómico viven los famosos ewoks, quienes ayudan a la Alianza Rebelde a luchar contra las fuerzas del Imperio galáctico. Este es uno de los ejemplos en los que el entorno no cambia; el bosque de Endor refleja tal cual la apariencia del Parque Nacional Redwood, en California, como si las condiciones de habitabilidad de esta luna fueran similares a las terráqueas.

¿Qué representan los bosques en las historias de ciencia ficción?

Hasta la historia más fantástica creció de una semilla plantada en la realidad cotidiana. Cada producto cultural es hijo de su tiempo y refleja las ansiedades, los anhelos, las reivindicaciones y los éxitos y fracasos de un contexto histórico determinado. No importa el grado de ficción, si la acción se desarrolla en la Tierra o en Plutón, si los protagonistas son humanos, plantas o alienígenas, el ancla con la realidad prevalece en el sustrato, aunque a veces sea difícil reconocerla.

Uno de los géneros que mejor refleja esto es la ciencia ficción. El uso de la utopía y la distopía para imaginar futuros alternativos es algo recurrente, y en esos escenarios espaciales, en esos mundos extraterrestres, se plantean supuestos basados en experiencias vividas por el ser humano y su relación con el medio ambiente durante su historia en el planeta Tierra. Uno de los mejores ejemplos lo tenemos en las novelas de exploración espacial, herederas de aquellos viajes que tan famosos se hicieron en la literatura del siglo XIX y XX. Lo interesante de esta temática son las relaciones sociales que se establecen entre colonizadores y colonizados, normalmente no situados al mismo nivel tecnológico. Pueden partir de tres supuestos: planetas dominados por una especie extraterrestre autónoma, planetas que ya han sido colonizados por el ser humano o hábitats poblados por razas alienígenas. Algunas de estas obras, al haber sido publicadas entre los años 60 y 70, recogen preocupaciones vigentes en la época, como el despertar de una consciencia ambiental o las críticas hacia las estrategias belicistas en materia de política exterior de países como Estados Unidos, que a su vez llevaban implícitas la crítica a los sistemas coloniales y al racismo.

Muchas de las expediciones que llegan a planetas desconocidos lo hacen por la necesidad de recolectar recursos que en sus planetas de origen ya están extintos o en seria decadencia; en este caso, madera. La motivación expansionista está muy ligada a la explotación del medio ambiente, y en raras ocasiones encontramos descripciones que nos cuenten cómo se gestionan esas arboledas; es más, se da por sentado que no existe una estrategia (de ahí aquello de viajar en busca de nuevos brotes). En estos procesos de conquista, normalmente violentos, no solo se perturba la existencia de las poblaciones locales, sino que se arrasan sus hábitats, lo que provoca importantes daños ambientales. Así, es habitual encontrar denuncias sobre talas masivas de bosques, extinción de fauna o la contaminación de las aguas, por ello que se recurre a describir un contexto de condiciones extremas, sin gestión de entornos y sin respeto por conservar y entender a las culturas autóctonas de los planetas intervenidos. Ejemplos muy reconocidos de ello son Regreso a Belzagor (1970), de Robert Silverberg; El nombre del mundo es bosque (1976), de Úrsula K. Le Guin, o la saga de películas Avatar (2009,2022), de James Cameron.

Para saber más…

Si te has quedado con ganas de saber más sobre los bosques ficcionales, puedes acudir tanto a mi página web: www.lashojasdelbosque.com, como a mis dos libros publicados, Érase una vez… el bosque (Libros.com, 2019) y Las hojas del bosque. Un viaje por las humanidades ambientales y el devenir del ser humano (Ariel, 2023).

BIBLIOGRAFÍA

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