Texto íntegro del discurso de Paul Mille en la entrega de Diplomas del Máster Universitario en Ingeniería de Montes de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Hoy en día es cada vez más fácil alzar la voz. Las Redes Sociales y la hiperconectividad ofrecen plataformas idóneas para criticar, juzgar y atacar todo tipo de temas de actualidad. No obstante, pasa desapercibido que por el sinfín de opiniones y debates es cada vez es más difícil ser realmente escuchado.
Por esa razón agradezco de corazón que, en el acto de graduación de los titulados de la ETSI de Montes de la UPM, se me haya dado la oportunidad de ser escuchado. Al haber recibido el premio al mejor expediente, he tenido la suerte de poder dar un discurso en nombre de los egresados.
Ahora, lleno de agradecimiento (esta vez por poder ser leído en lugar de escuchado) y con la esperanza de inspirar a alguna persona más, comparto en este blog el texto de mi discurso.
Estimadas autoridades académicas y militares, distinguidos representantes de empresas e instituciones, queridos compañeros, familiares y amigos. Apreciado público. Me llamo Paul Mille y es un honor, un placer y una gran responsabilidad para mí poder dar hoy este breve discurso en representación de los egresados.
A todos los que habéis recibido un diploma hoy, mi más sincera enhorabuena. Si me lo permitís, me gustaría invitaros a contemplar conmigo el diploma que acabamos de recibir. [Enseñar diploma] Seguramente estaréis viendo vuestro nombre, la titulación, el escudo de la universidad y todo lo demás que está escrito en él.
Pero, si nos detenemos y miramos un poco más, quizás somos capaces de ver una nube flotando en él. La mayoría de vosotros seguramente estará pensando que aquí no hay ninguna nube, así que permitidme explicarlo…. Sin la nube, no hay lluvia. Sin lluvia, los árboles no pueden crecer. Y sin árboles, no se podría fabricar el papel del que está hecho el diploma. También están contenidos en el diploma todos los demás elementos que llevaron a la existencia del árbol, a parte de la nube: el suelo con sus nutrientes, el aire, el sol. En esta escuela sabemos lo suficiente sobre árboles para que no me tachéis de loco si digo que el árbol, y por ende nuestro diploma, contiene el universo entero.
A algunos les puede parecer obvio, sin mucho interés, a otros demasiado poético para un discurso de una graduación en una escuela técnica superior. Pero, si habéis logrado ver conmigo la nube, o incluso el universo entero en el diploma, no os costará mucho ver que nosotros también estamos ahí a través de nuestro esfuerzo, nuestra dedicación y perseverancia. Y, a su vez, el diploma existe en nosotros. Lo que representa, la finalización de nuestros estudios, muchos lo llevaremos con orgullo y como un adorno, como parte de nuestra identidad. Me atrevo a decir que más de uno, al salir de este acto, se definirá como ingeniero o ingeniera (o por lo menos lo pondrá en su LinkedIn).
Coexistimos con nuestro diploma, Inter-Somos con él, si me permitís utilizar el neologismo acuñado por Thich Nhat Hanh, monje y nominado para el Premio Nobel de la Paz. Y, por lo tanto, también inter-somos con la infinitud de personas y circunstancias más que nos permitieron estar hoy aquí:
- Como por ejemplo todos nuestros profesores, quienes nos han guiado a lo largo de estos años.
- Estamos hoy aquí gracias a todos los miembros del rectorado y de la dirección, y de todo el personal de administración y servicios.
- Por supuesto gracias a nuestros familiares, nuestros amigos y amigas que con tanto cariño y apoyo nos han ayudado a sacar adelante nuestros estudios.
- Estamos aquí gracias a nuestros compañeros y compañeras, con los que hemos sabido trabajar en equipo de forma maravillosa (por supuesto, solo en las tareas, nunca en los exámenes).
- Tampoco hay que olvidar el entorno maravilloso de nuestra escuela, como el arboreto o la placita, dónde tantas veces recargamos las pilas (o echamos un partido de cartas en lugar de ir a alguna clase en la que no pasaban lista). También tengo que mencionar la biblioteca donde pasamos tantas horas y donde, muy a pesar de los que quieren estudiar de verdad, algunos ligan más que en Tinder.
- Pero también los momentos más duros nos formaron. No han faltado asignaturas difíciles (como por ejemplo estadística, estadística o también … estadística). No han faltado obstáculos como las clases online o, cuando pensábamos haber dejado atrás esas restricciones por COVID, estar en clase a las nueve de la noche en diciembre con las ventanas abiertas y las manos congeladas. Pero como bien sabemos, a veces es en los momentos más difíciles donde experimentamos el mayor crecimiento personal.
Creo que no hace falta que siga enumerando para que estéis de acuerdo conmigo: podemos estar profundamente agradecidos por todas esas personas y circunstancias de las que dependió que hoy pudiéramos recibir este diploma.
Y, aunque a veces de forma objetiva no lo parezca, también de nosotros depende mucho. Puede que algunos penséis que, entre 8 mil millones de personas, no influimos en nada, que somos solo una gota de agua en un océano inmenso. Pero entonces os pregunto: ¿qué es un océano si no una multitud de gotas? ¿qué sería una universidad sin sus estudiantes?
Por lo tanto, es importante que nos demos cuenta de que esa interdependencia mutua no solo nos ha permitido graduarnos, sino que ahora nos transfiere una gran responsabilidad.
- Una responsabilidad hacia la sociedad, que, como no debemos olvidarnos, ha pagado la mayor parte de nuestra formación.
- Una responsabilidad como ingenieros e ingenieras al servicio de la naturaleza, a la cual la existencia de la humanidad está intrínsecamente ligada.
- Una responsabilidad hacia las personas más vulnerables, las más afectadas por las consecuencias de nuestros actos.
- Nuestra formación es un privilegio, y el lugar y momento de la historia en el que vivimos nos brindan la oportunidad de ser actores decisivos. Actores decisivos ante los enormes retos a los que se enfrenta nuestra sociedad, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
- Y, sobre todo, tenemos la responsabilidad de mirar a esa realidad de frente, de no apartar la vista y mirar hacia otro lado, a pesar de que esa realidad a veces pueda ser desagradable, deprimente e incluso angustiante.
Así que, al despedirnos hoy, no solo celebramos nuestras graduaciones individuales, sino también el inicio de una nueva etapa donde se entrelazan nuestras responsabilidades colectivas con las posibilidades de un mañana mejor.
Y si, a pesar de todo, somos capaces de llevar esas responsabilidades con una sonrisa, el universo entero nos acompañará en ella. Muchas gracias.