Por Jorge Naranjo Borges (Dr. Ingeniero de Montes. Gobierno de Canarias) y Francisco Prieto Prieto (Ingeniero de Montes. Cabildo de La Palma).
El pasado 19 de septiembre de 2021 comenzó la erupción volcánica en Cumbre Vieja, en el suroeste de la isla de La Palma. El Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por riesgo volcánico en la Comunidad Autónoma de Canarias (PEVOLCA) fue activado en Situación de Emergencia Nivel 2- Autonómico. Si bien la erupción volcánica se dio por concluida el 13 de diciembre, no fue hasta el 31 de enero de 2022 cuando se decidió bajar de nivel, al comparar la estabilidad de los parámetros observables.
Los ingenieros de montes han jugado un papel protagonista durante estos más de cuatro meses de emergencia, en toda la cadena de mando. Habría que preguntarse porqué.
Ya en la primera respuesta dada por parte de la Administración Pública participaron ingenieros de montes tanto del Cabildo de La Palma como del Gobierno de Canarias. También al inicio de la emergencia acudieron compañeros de los Cabildos de Tenerife y Gran Canaria en previsión de que se generara algún incendio forestal a raíz de la erupción. Pronto se pudo comprobar que la emisión de piroclastos desde el volcán y la potencia de la columna convectiva no permitía la evolución de incendios en el pinar cercano, más allá de unos pocos metros junto a las coladas.
La experiencia en la coordinación de equipos o grupos de intervención adquirida en los incendios forestales, emergencia recurrente en Canarias, ha resultado de gran valor. Así mismo, la coordinación de medios aéreos ha resultado útil para la regulación y control del espacio en la vigilancia y seguimiento de las coladas lávicas mediante aeronaves y drones. Por ello, el primer coordinador recayó en la figura de un ingeniero de montes, quien en las primeras semanas coordinó un avión de comunicaciones y observación (ACO) del Ministerio de Agricultura, el helicóptero de la Guardia Civil (CUCO) y numerosos vuelos de drones.
Asimismo, como especialista en aguas, estuvo implicado en los inicios un ingeniero de montes, dedicado a la monitorización y seguimiento de las aguas subterráneas, control de las aguas superficiales del Barranco de las Angustias y el estudio de las aguas de abasto.
Durante los cuatro meses una ingeniera de montes y seis ingenieros de montes, ocuparon de forma periódica puestos en la Dirección Técnica, de responsabilidad del Puesto de Mando Avanzado y del Grupo de Intervención, así como funciones de Apoyo Técnico.
En la gestión diaria las tareas fueron variadas: reunión de coordinación entre los grupos de acción, asistencia a los comités científicos y de dirección, recopilación de datos y vuelco en la plataforma informática, elaboración de cartografía, informes y boletines de evacuaciones y realojos cuando precisaba, o reconocimiento sobre el terreno de la evolución actual y futura de los frentes de colada. El perfil y la formación de ingeniero de montes es ideal para dar respuesta a las necesidades de emergencias, especialmente las derivadas por riesgos naturales, debido a nuestra capacidad de gestión, manejo de cartografía, conocimiento del territorio y de sus usos y organización de grandes equipos de trabajo.
Cabe destacar el Grupo de Intervención, pues además del responsable del grupo, actuaron como ingenieros de montes, técnicos de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) del Ministerio y de los Equipos de Intervención y Refuerzo en Incendios Forestales (EIRIF) del Gobierno de Canarias. Estas brigadas trabajaron principalmente en labores de acompañamiento, de limpieza de ceniza volcánica e impulsión de agua a depósitos de los afectados.
A pesar de la ausencia de experiencia con una erupción volcánica terrestre, pronto se asimiló la emergencia basada en la vigilancia y monitoreo del volcán y su emisión de gases, unido a la evacuación de personas, bienes y animales en las localidades afectadas. Las sensaciones de una emergencia de un incendio forestal se reviven: largas jornadas de trabajo, acumulación de tensión y cansancio, o dificultades para conciliar el sueño. A diferencia de un incendio, la emergencia, hasta la transferencia de mando el 31 de enero, fue más larga con períodos sin sobresaltos, aunque con cada pulso eruptivo las vivencias de un incendio se repetían.