Por Antonio López Lillo, Dr. Ingeniero de Montes y Ex-Subdirector del ICONA
A finales de febrero de 2020 se constituyó la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, dentro del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Esa Dirección General tenía competencias, que recordaban la labor que realizó el antiguo ICONA, creado en 1971. Coincidiendo con la redacción de esta entrada nos enteramos que ha sido nombrada María Jesús Rodríguez de Sancho, coautora del libro, ingeniera de Montes y hasta ahora directora del OAPN para ese puesto tan importante para la conservación de la naturaleza.
El 5 de marzo Antonio López Lillo (antiguo subdirector del ICONA). Francisco Rodríguez (funcionario del ICONA durante muchos años) y Antonio López Santalla (funcionario de ese Ministerio) pensaron que, aprovechando que el año 2021 se cumplirían 50 años de su creación, se podría tener alguna remembranza para celebrar su cincuentenario.
Después de varias consideraciones decidimos que lo más consistente sería dejar constancia por escrito del gran trabajo que desarrolló el ICONA en su vigencia, para conocimiento de la sociedad actual y futura:
La identidad de una organización consiste y se manifiesta en la memoria que se mantiene de su hacer. Pero si esta no se recuerda vegeta en el olvido y qué mejor que plasmarlo en un libro.
Por otra parte, se podría dar a conocer con la objetividad que da el tiempo, lo que realmente supuso un organismo con una denominación tan ambiciosa y sugestiva.
Con esa intención nos pusimos en marcha, haciendo llegar nuestro propósito por teléfono y correo al círculo de nuestras relaciones y amistades, compuesto por personas que hubieran estado vinculadas al organismo bien directa o indirectamente, o lo conocieran bien, por supuesto, de forma desinteresada, dado que no contábamos ni entonces ni ahora, del más mínimo medio económico para el trabajo. De esta manera iniciamos la labor el 19 de marzo.
En general todos posibles colaboradores que pudimos localizar e invitar se mostraron dispuestos a ello, salvo alguna excepción, además se mostraron muy acordes con el proyecto y lo recibieron con ilusión. Nos sentimos muy satisfechos al tener una pronta y positiva respuesta, parecía como si hubiéramos despertado un espíritu que estuviera aletargado a la espera de que alguien lo avivara. En un principio no teníamos la idea clara de lo que íbamos a abordar y solicitamos los temas en los que les pareciese oportuno participar, así como sugerencias para realizar la tarea. También les pedimos que hicieran llegar el proyecto a contactos suyos que pudieses querer participar. Se buscaban colaboradores de todos los niveles y categorías, ya que el trabajo desarrollado había sido muy importante en todos los estamentos del organismo. Lamentablemente por el transcurso del tiempo muchos de los antiguos funcionarios ya no estaban con nosotros, cuya tarea había sido muy valiosa y trascendental, aunque, por supuesto, se tendría en cuenta todo su buen hacer y se intentaría recoger.
El recuerdo puede hacer que no exista el olvido.
Ante esta buena acogida y la amplia y diversa temática que se iba a abordar vimos que era una labor de organización complicada para nosotros, por lo que estimamos que era necesario organizar un equipo coordinador para ayudar a preparar el trabajo. Grupo que pudiera satisfacer nuestros deseos y que fuera, compenetrado, homogéneo y compensado. Invitamos a unos compañeros que considerábamos idóneos, que lo acogieron favorablemente y dispuestos a implicarse en la tarea. Y así llegamos al grupo formado por Antonio García Álvarez, Roberto Vallejo Bombín, Ignacio Pérez-Soba, Federico Zamora y José Ramón González Pan, junto, por supuesto, por nosotros tres como precursores de la idea. Hay que hacer constar que cuando nos pusimos en contacto con ellos, todos se mostraron muy interesados e ilusionados con el propósito y dispuestos a aportar su trabajo. Sintonizaban en que el ICONA fue un organismo surgido en unos momentos trascendentales, que hizo una gran labor y que estaba muy olvidado. En conjunto, todos reunían las virtudes y capacidades que deseábamos al principio, lo que después se ha comprobado y demostrado con creces. Se bautizó al equipo como “equipo machaca”, por el tesón que deberían poner en la misión.
Según un proverbio africano. Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado.
Coincidió tristemente con el confinamiento debido a la pandemia. Ello hizo que los contactos, en principio, no fueran presenciales y hubo que hacerlo vía telefónica o por correo telemático. Si bien esta etapa de sosiego hizo que se laborara con más reposo, reflexión y profundidad.
Surgieron una serie de interrogantes: ¿Cómo elaborar la obra? ¿Qué formato debería tener? ¿Qué extensión habría que darle? ¿Cómo se iba a publicar? ¿A qué editorial acudir que se encargase de esa labor? ¿Cómo se iban a sufragar los gastos? Estas preguntas y otras más tuvieron respuesta poco a poco, en el transcurso del desarrollo del trabajo, ya que lo iniciamos sin saber muy bien cual debería ser el final. Se puede decir que ha sido un libro que se ha ido conformando día a día.
Primeramente, pareció que lo más fiable sería que los textos fueran plasmados por protagonistas del Instituto, que constituyera un libro vivo, que sus páginas hablaran a través de sus funcionarios, que no lo escribieran personas ajenas al organismo, sino aquellas que lo conocieran bien. En el transcurso del trabajo pensamos que se iba a elaborar una visión de los protagonistas, se quiera o no muy benevolentes con su labor. Por ello estimamos que sería interesante que personas ajenas al organismo que hubieran trabajado o no para él o aquellas que pudieran tener un parecer más objetivo, pudieran expresar su punto de vista, sin desdeñar algunas que en su momento se mostraron críticas.
En aquellos momentos teníamos la idea, pero no teníamos claro cómo darle contenido. Con lo que nos fuisteis enviando y con vuestras sugerencias fuimos configurando la publicación para lo que elaboramos un posible guion, que comprendiera todos los aspectos que abarcaba el organismo, que se fueron ampliando y mejorando en el transcurso de la tarea. Se llegaron a preparar hasta 14 guiones.
Conforme íbamos rediseñando los guiones se fueron solicitando a los participantes textos idóneos a sus conocimientos, al igual que sugerencias. Todo ello hizo que se fuera ampliando el contenido. Precisamente con esta aportación se fue dando forma a la publicación, de acuerdo con ello íbamos modificando los guiones
Era evidente que para dar homogeneidad a la tarea era necesario que se establecieran y se remitieran normas para la elaboración de los textos, solicitando objetivación del trabajo realizado y resaltando sobre todo la extensión de cada capítulo, que debería abarcar entre 5-10 páginas. Se insistió mucho en la extensión de lo escrito, pues no se sabía cuánto podría abarcar toda la obra y si fuera demasiado larga podría tener problemas de edición.
Se repartieron los trabajos recibidos entre los miembros del “equipo machaca” de acuerdo con sus conocimientos, y se pusieron en contacto con los colaboradores para concretar sus aportaciones. De esta manera se estableció una interlocución con los participantes, siendo una tarea bastante laboriosa, especialmente para que se respetaran las normas establecidas. Hay que destacar que en la mayoría de los casos se resolvió con facilidad. Igualmente se debió acudir a los archivos y bibliotecas que se pudieron consultar, lo que así se hizo, por supuesto más adelante, cuando la finalidad del confinamiento lo permitió. Poco a poco fueron enviando sus textos por correo electrónico.
En cuanto al formato, este fue sugerido por la editorial Planeta con la que se contactó y que parecía interesada y adecuada en su edición. Propuso que al tratarse de una publicación sobre la naturaleza tenía que ser atractivo y tuviera un buen número de fotografías, aunque siempre le indicamos que lo principal era la información que se transcribiera y no solamente supeditada a las imágenes. Asimismo, indicó que, al ser una publicación que se iba a distribuir comercialmente, debería ceñirse a un solo tomo.
En cuanto a los costes de la edición, Planeta sugirió que una manera podría ser dividirlos entre diversas entidades interesadas, mediante contratos menores. Pareció buena idea y nos movilizamos, teniendo en cuenta nuestras relaciones ante administraciones, entidades y empresas que pudieran estar interesadas en la publicación. Se tuvo buen resultado y prontamente se comprobó que la idea era bastante buena, pues con las que contactamos se mostraron receptivas. Se logró la cofinanciación de 15 entidades: Comunidades Autónomas, Administración Central, Cabildo, Colegios Profesionales y Empresas. Cuando se logró el montante suficiente no se siguió con la búsqueda de más patrocinios.
Cuando se permitieron los contactos presenciales iniciamos reuniones del “equipo machaca”, que hicimos en un aula del Colegio de Ingenieros de Montes, que gustosamente nos la proporcionó. Estas reuniones fueron fundamentales, pues todos podíamos opinar y corregir sobre los textos enviados, dispuestos en una pantalla, constatar pareceres haciendo las modificaciones y sugerencias en el momento con la aprobación de todos. Fueron intensas y provechosas, ayudando fundamentalmente a establecer el contenido, dar el formato adecuado y corregir las galeradas. Además, sirvieron para darnos ánimos entre nosotros, pues, a veces, la envergadura de la obra nos hacía ser menos optimistas. Las iniciamos el 29 de junio de 2020 y las finalizamos el 12 de noviembre de 2021. En total mantuvimos 21 reuniones.
Hubo momentos difíciles, al no contar con alguna información que considerábamos muy importante, no disponer de fotografías que estimábamos de gran interés y sobre todo por la extensión de lo enviado. Se habían comunicado las normas, pero en algún caso no se habían respetado, a pesar de recabarlo. La editorial nos indicó en el mes de octubre de 2021 en relación con lo que se le habían remitido, que se superaban largamente las 1.000 páginas y nos comunicó que. si se deseaba mantener la publicación, había que ceñirse a 700 páginas. Ante este ineludible condicionante, el “equipo machaca” buscó qué solución darle.
Se decidió lo siguiente: Ante todo, se trataba de dar a conocer la labor que llevó a cabo el organismo, por lo que había que dar prioridad a lo que se hubiera escrito sobre su labor en el transcurso de su actividad. Había parte de textos que se referían a actuaciones realizadas íntegramente fuera del tiempo del ICONA, una vez desaparecido o bien no hacían referencia al organismo, por lo que se podrían suprimir, sin menoscabo de la idea inicial. Asimismo, se consideró que no hubiera duplicidades en los textos. En aquellos textos que no cumpliesen lo solicitado había que disminuir el contenido, sin menoscabo sustancial de lo expresado. Igualmente habría que suprimir fotografías. Esta labor no era fácil, pues con el elevado número de participantes (se había alcanzado la cifra de156) se hacía muy complicado contactar uno a uno, máxime cuando la editorial y nosotros para no pasarnos del aniversario, deseábamos tener la publicación dentro del año 2021. El tiempo apremiaba. Cualquier petición de acortamiento de textos a los participantes hubiera producido una serie de cambios de impresión, que hubiera demorado en exceso el trabajo para tenerlo finalizado dentro del año.
Por ello el equipo abordó por su cuenta esta tarea, esperando de la comprensión y buen talante de los participantes que lo entenderían, primando ante todo tener una publicación que pusiera en valor todo lo que hizo el ICONA, por encima del mérito personal de los coautores. Es probable que, con la premura que hubo que realizar el trabajo, se hayan cometido errores y faltas por lo que pensamos que la buena voluntad de los participantes sepa disculpar, pero nunca se nos puede considerar como censores, pues nunca fue esa nuestra intención.
Tampoco resultó sencillo buscar una portada que hiciera atractiva la publicación. Se trataba de plasmar de un vistazo la significación del ICONA, teniendo en cuenta las múltiples labores que llevaba a cabo. Lo que hizo difícil su elección. Después de varias propuestas y diversos debates se optó por la que contuviera distintas visiones de las actividades abarcadas.
Hay que agradecer la labor desarrollada por el personal de la editorial Planeta Lunwerg, que ha sido perfecta, cumpliendo en los plazos establecidos, con una cuidada edición, proporcionando un atrayente tomo, “pesado” por su denso y gran contenido.
Pero todo hubiera sido más difícil y casi imposible, si no nos hubiéramos movido en la era digital. Gracias a los correos electrónicos y los teléfonos móviles se ha podido llevar a cabo las relaciones, máxime, cuando un gran número de colaboradores se encontraban repartidos por la extensa geografía española. Cómo ejemplo puedo indicar, que solamente uno del “equipo machaca” ha mantenido más de 850 contactos telefónicos y recibido más de 130 correos. Si englobamos lo realizado por el resto de los “machacantes” se superan ampliamente los millares de interconexiones. Si a ello sumamos los mismo realizado por los participantes el número es elevadísimo.
Han sido muchas horas dedicadas a la labor llevadas a cabo de una manera altruista, gracias a la buena voluntad de todos, con la compensación y satisfacción de una obra bien hecha.
Por ello queremos mostraros nuestro agradecimiento pues habéis contribuido con vuestro esfuerzo y tiempo, sin lo cual hubiera sido imposible llevar a cabo con eficacia la idea abordada.
Como resultado, tenemos una obra colectiva única, que por primera vez recoge, de forma global, aunque indudablemente incompleta e imperfecta, la acción llevada a cabo por una organización pionera en España en la tarea de conservar la naturaleza, pero cuyos cometidos fueron mucho más lejos. El objetivo principal de este trabajo ha sido recuperar el conocimiento olvidado, apoyados en la objetividad que proporciona el tiempo transcurrido y narrado por sus protagonistas o próximos a ellos. Y con las opiniones externas para complementar la labor con una visión menos subjetiva.
Por fin ha llegado el momento de que saliera a la luz una publicación, tan esperada y que ha alcanzado una gran expectativa, que esperamos no defraudar. No obstante, seguramente aparecerán voces discrepantes, que no estarán conformes con lo expuesto, a los que hay que recordar que se trata de un libro que habla, pues una gran parte es narrada por sus protagonistas y se puede oír a los actores que la han vivido, es decir no hay nada supuesto. Las palabras son sonoras pronunciadas por sus protagonistas.
Hay que tener en cuenta que, en general, en nuestra sociedad si no se hace nada, no pasa nada, pero si se hace algo surge alguna voz discrepante.
Total, que se ha conseguido llevar a la realidad una idea que surgió hace casi dos años. Una obra que para muchos trae al presente la labor de un organismo que supuso mucho para la conservación de la naturaleza y que puede servir para indicar cuál debe ser el camino para seguir. Y que deberíamos tener presente para continuar en la labor los que creemos en la conservación de la naturaleza en las circunstancias actuales.
Pero hay que agradecer a la labor realizada que ha servido para comprobar que el espíritu del ICONA todavía se mantenía vivo, eran muchas las personas que mostraban su satisfacción por volver a contactar entre ellas para rememorar un tiempo de su vida que les fue muy grato. Se puede decir que todos forman parte de una familia que estaba aletargada.
Es obligado indicar que los mayores beneficiados por la obra realizada hemos sido los organizadores, pues hemos hecho una andadura que ha permitido conocer bien los detalles de cada momento. Muchos como si los estuviéramos viviendo. Viene a confirmar un pensamiento de los hermanos Gonzalo y Luis Ceballos:
No es tan importante el destino, como el camino para alcanzarlo, disfrutando de los recorridos y sus paisajes, más que de las cimas alcanzadas, aunque estas sean muy notables.
Es decir, nos pusimos una meta a la que hemos llegado afortunadamente, pero también hemos disfrutado con las diversas etapas intermedias que han servido para recordar hechos y personas inolvidables.
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