Los matorrales: producción de biomasa y fijación de carbono

Por César López Leiva (Dr. Ingeniero de Montes) y Gregorio Montero González (Dr. Ingeniero de Montes)

En este trabajo se acomete la evaluación cuantitativa, inédita hasta ahora, de la producción de biomasa y fijación de carbono orgánico -junto con sus respectivos incrementos derivados del crecimiento anual- por parte de los diferentes tipos de matorrales ss. lt. presentes en la España ibérica y balear, cuya clasificación y cuantificación superficial se detallan en una tipología novedosa con 118 categorías ordenadas jerárquicamente.

Las cubiertas leñosas no arboladas (arbustedos y matorrales, incluido el complejo matorral-pastizal) ocupan en el conjunto de la España peninsular algo más de 10 millones de hectáreas, lo que supone un 20-25% de la superficie total española peninsular y un 50% de la rural estrictamente forestal (junto con bosques, pastos herbáceos y otros tipos de comunidades).

La decadencia de la sociedad rural española a partir de la segunda mitad del siglo XX ha propiciado el aumento de la superficie ocupada por matorrales en detrimento de la superficie cultivada, de los matorrales más degradados y de los pastos herbáceos de menores niveles evolutivos. En consecuencia, estas superficies han aumentado extraordinariamente su carga de fitomasa.

Los matorrales pueden ser agrupaciones vegetales mixtas, que suelen corresponder a etapas más o menos estabilizadas provenientes de una acción repetitiva de la acción humana, con recurrencias suficientemente dilatadas. En ocasiones dominan grupos fisonómicos (brezales mixtos o mezclados; escobonales y matorrales retamoideos; matorrales aulagoideos y erizonales; tomillares ss. lt. etc.) o bien grupos taxonómicas, basados en el predominio de especies o géneros (bujedos; coscojares; enebrales; jarales –Cistus– puros, mixtos o mezclados etc.). Habitualmente se produce el solapamiento espacial y florístico de las distintas unidades y variantes de matorrales, de manera que la definición y denominación de cualquier tipo de matorral suele venir dificultada por las mezclas complejas y variables en gradientes diversos y más o menos sutiles.

Aparte de por su composición, estructura, extensión y continuidad superficial, filiaciones mesológicas y modos de aprovechamiento y gestión, los matorrales pueden definirse por su posición dinámica. Suelen significar niveles de madurez intermedios o bajos y constituyen etapas intermedias en la sucesión, mostrando un acentuado dinamismo si no están estabilizados por la acción continuada de las actividades humanas o por factores ecológicos limitantes (como es el caso de los matorrales azonales e intrazonales, a menudo climácicos) y presentan una mayor tasa de regeneración que los montes arbolados, aunque menor que los pastizales.

A los aprovechamientos tradicionales como productores de leña, explotación ganadera, cinegética o apícola, y otros usos directos reales o potenciales, se unen beneficios indirectos como la regulación del ciclo hídrico, la protección del suelo en situaciones difíciles para la vegetación arbórea, la aportación a la biodiversidad y la provisión de otros servicios ecosistémicos, como precisamente la fijación de carbono o la utilización como biocombustibles.

Además de la evaluación de la producción de biomasa y fijación de carbono orgánico en el vuelo, la publicación presenta, en su segunda parte, los resultados de dicha evaluación referida al mantillo u horizonte orgánico superficial de los suelos forestales, procedente del desfronde en bosques y matorrales, principalmente. Asimismo, se aporta la cuantificación de lo que contribuyen globalmente los 118 tipos de cubiertas no arboladas, estimación que está basada en una evaluación global de la superficie que ocupan en el conjunto del territorio peninsular y balear.

El estudio complementa otro anterior, desarrollado por Montero et al. (2005) en el INIA-CIFOR para las partes aérea y radical de las especies arbóreas y, como en éste, se presentan ecuaciones de estimación de biomasa área para los taxones dominantes. También son precedentes los estudios de Montero et al. (2013) y Pasalodos et al. (2015), en los que se propusieron modelos predictivos de biomasa para matorrales de Andalucía. En este trabajo, se establecieron 1.514 parcelas y se recogieron muestras de tallos y ramas de 122 especies.

En el libro se presentan fichas descriptivas de 45 especies de arbustos y matas para las que, de forma sistemática, se incluyen: una breve descripción, una reseña sobre sus principales aprovechamientos tradicionales y un mapa de distribución, junto con la evaluación de la cabida total, apoyado en el análisis espacial exhaustivo de la versión digital disponible del Mapa Forestal de España a escala 1:200.000 (MFE200) (Ruiz de la Torre, coord., 1990-1999). En él, se diferencia la superficie total en España en que la especie adquiere el carácter de dominante o codominante y la superficie en que es elemento acompañante (de cortejo, subordinada, accesoria o de subpiso); se añade el contenido de carbono en la biomasa de la especie, algunos datos sobre su crecimiento en diámetro y altura, así como la biomasa total media por hectárea y su tasa de acumulación anual (crecimiento anual), referidos  ambos conceptos  a toneladas de materia seca por hectárea. Para algunas de dichas especies se agregan tablas de biomasa total acumulada en función de Fcc y talla media, la ecuación para estimar la tasa de acumulación anual (igualmente, en función de Fcc y talla), evolución de la biomasa aérea en función de la edad y variación de la biomasa acumulada en función de la edad en rodales puros y Fcc próxima al 100%. Se resume con una tabla con datos individuales de contenido en carbono total (% sobre peso seco en estufa) en las especies de matorral referidas, que oscila en torno al 50%, dato que coincide con el ya estimado en otros trabajos para la mayoría de especies leñosas.

A continuación, ordenadas por categoría de estructura y grupos fisonómicos y/o familia taxonómica y grado de afinidad creciente a xerofilia, se presentan fichas similares de las  15 agrupaciones más significativas.

Para los 118  distintos tipos de unidades de cubierta no arbolada se recogen los datos de superficie ocupada en las zonas en que son dominantes con Fcc arboladas mayores y menores de 10% e igualmente cuando se trata de teselas del paisaje vegetal en que la agrupación es secundaria con respecto a otras (anexo I), resultando que, en conjunto, las agrupaciones de arbustedos y matorrales ocupan una superficie de 9.819.614 hectáreas, de las cuales 6.000.462 hectáreas (el 61%) ocupan terrenos desarbolados o arbolados con Fcc<10% y 3.819.152 hectáreas (el 39%) se extienden intercalándose en zonas arbolados con Fcc>10%.

De la aplicación de los algoritmos, se deduce que los tipos de agrupaciones que producen mayor cantidad de biomasa total son los matorrales de leguminosas retamoideas, los coscojares, los cornicabrales y lentiscares, los matorrales de leguminosas aulagoideas, los jarales y matorrales de cistáceas, las garrigas y los brezales; mientras que la tasa de acumulación anual es mayor en los matorrales de leguminosas (retamoideas y aulagoideas), tomillares, matorrales de labiadas y jarales.

De la misma forma, se resumen los datos cuantitativos de biomasa acumulada por formaciones (arbustedos, matorrales y espartizales). Los primeros ocupan en España 3.201.968,01 ha con una biomasa total de  13,74 Tn/ha; los segundos, suponen 6.171.262,77 ha, con 15,46 (y los espartizales, 403.067,51 y 7,57, respectivamente), de modo que la superficie total se aproxima a los 10 millones de hectáreas (9.776.298,29) con una tasa de acumulación total de 12.170.685 tn/año.

Seguidamente, se presenta una ecuación general de estimación de biomasa acumulada y tasa de acumulación anual para el conjunto de todas las cubiertas no arboladas. La cantidad de biomasa contenida en una unidad de superficie depende más de la espesura del matorral y de la altura media del mismo que la composición de especies que lo integran. Por tal motivo, puede ser conveniente aplicar un modelo único para la estimación de biomasa a nivel nacional, en la seguridad de que la estimación es precisa y estadísticamente significativa, como lo demuestran los parámetros de la ecuación ajustada. Con esta ecuación, se obtienen como promedio 139 millones de toneladas de biomasa seca en España y se acumulan casi 14 millones de tn anualmente, que corresponden a 254,64 millones de toneladas de CO2 y 25,35 millones de toneladas de tasa de tasa de acumulación anual.

Por último, se arrojan datos comparativos entre la producción anual de biomasa aérea de montes arbolados y matorrales ss. lt. (1.424,50 y 142,46 millones de toneladas de materia seca, respectivamente); y la correlativa fijación de CO2 (2.602,56 millones de toneladas en arbolado frente a 261,13  en desarbolado). Se agrega un breve resumen comparativo del estado de los conocimientos sobre la cantidad de biomasa, CO2 y carbono orgánico total acumulado en los diferentes reservorios de los bosques españoles. Del análisis, se desprende que la biomasa total acumulada por las formaciones de matorral representa alrededor del 10% de la acumulada por las masas forestales arboladas. Sin embargo, el incremento anual de biomasa en los matorrales es 37% de lo incrementado por las masas forestales arbóreas, por lo que su desfronde anual (la hojarasca) por unidad de superficie es mayor que en el vuelo de los bosques; esto se explica teniendo en cuenta que el porcentaje de biomasa fotosintética en los matorrales es mayor que en los árboles. Los datos avalan la observación de que matorrales y otras cubiertas no arboladas son más dinámicas en el sentido de que reponen con más celeridad una mayor cantidad de biomasa al año, en relación a la biomasa total existente.

Si partimos de las emisiones medias de los cinco últimos años en España (328.825 x106 tm. CO2 equivalente), se deduce que los bosques españoles fijan anualmente el 28,6% del total de emisiones nacionales y la parte aérea de los matorrales un 6,8% de las mismas, lo que supone que, entre arbolados  y matorrales, fijan el equivalente al 35,4% del total.

En la segunda parte de la obra se presenta una estimación de la necromasa (‘litter’) almacenada en el horizonte orgánico superficial del suelo para zonas cubiertas  de matorral (con menos de 10% de Fcc de árboles) y zonas  arboladas, con diferenciación de coníferas y frondosas (abeto, pinos, sabina, robles, alcornoque, encina, haya, acebuche, eucalipto etc.). Se ofrecen resultados obtenidos sobre cantidad de desfronde (tm. ha-1 M.S.) para más de 25 especies de matorral y 16 arbóreas, así como sus correspondientes tasas de descomposición. Se presentan modelos de estimación (ecuaciones) del desfronde total acumulado en el suelo (tm. ha-1 M.S.)  en función de la fracción de cabida cubierta del matorral o del arbolado por agrupaciones y especies, y  contenido en carbono orgánico en porcentaje total de dicho desfronde, lo que permite conocer la cantidad total de carbono acumulado en el mantillo y por consiguiente la cantidad de CO2 fijado en este reservorio de los terrenos forestales, matorrales y masas forestales. En el horizonte orgánico superficial de los suelos cubiertos por arbolado y matorral se acumula el 21,0% de CO2 acumulado en la parte aérea de ambos tipos de formación.

La obra se completa con varios anexos de compilación de datos: taxonomía jerarquizada de cubiertas vegetales no arboladas, con los datos de las superficies ocupadas por cada uno de los 118 tipos; las tablas de superficies y mapas de distribución por agrupaciones y por especies; e información fotográfica.

El libro está disponible en versión  completa e integral en el enlace: https://www.mapa.gob.es/es/desarrollo-rural/publicaciones/publicaciones-de-desarrollo-rural/default.aspx

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