Máster en Ingeniería de Montes: las motivaciones de una vocación

Inés Álvarez Gómez

Por Inés Álvarez Gómez, Premio Juan Ruíz de la Torre 2022

La decisión de estudiar el máster en Ingeniería de Montes no fue sencilla. Conforme iba concluyendo los cursos del grado en Ingeniería del Medio Natural, era consciente de que se aproximaba el momento de decidir qué hacer a continuación, si optaba por seguir estudiando un máster o introducirme en el mundo laboral. Después de años intensos de estudio, he de reconocer que prevalecían mis ganas y entusiasmo por comenzar mi andadura profesional. Sin embargo, fueron dos razones fundamentales las que me motivaron a prolongar mis estudios, y no hacia cualquier máster, sino hacia el máster en Ingeniería de Montes.

El primero de ellos se debía a la necesidad que sentía de especializarme más en mi sector. Durante el grado me gustaron muchísimo algunas asignaturas como botánica, restauración vegetal, hidráulica fluvial, gestión agraria, geología y edafología…, pero me quedó la sensación de que tenía aún más margen de aprendizaje en lo que se refería a la gestión de masas forestales en sentido estricto. Recuerdo con cariño, y a modo de anécdota, cuánto me fascinó un viaje de prácticas que hice durante el grado al pinar de Valsaín en el que comprendí la aplicabilidad de los métodos de ordenación de montes, y aprecié con asombro y admiración los abundantes brinzales que vi, entendiendo de primera mano la capacidad de regeneración natural que tienen las masas arboladas.

El segundo de los motivos se encontraba en el interés que tenía en la obtención del título habilitante para la práctica profesional como Ingeniero de Montes, pues sólo con mi título de grado no estaba habilitada para ejercer determinadas actividades forestales que están reguladas.

Recibiendo el Premio Juan Ruiz de la Torre 2022

Una vez cursado el máster, he quedado satisfecha con lo que he aprendido en las aulas. En especial, quisiera destacar las clases del profesor Luis Díaz Balteiro, pues a él le debo el interés que me despertó por el mundo de la valoración ambiental. A pesar de ser una materia no exenta de complejidad, tuve la ilusión de afrontar el reto de dedicar mi trabajo fin de máster a este tema. En particular, trata sobre plantear una alternativa metodológica para cuantificar en términos monetarios las pérdidas sobre los servicios ecosistémicos de provisión provocadas por los incendios forestales. Considero que tener unos órdenes de magnitud de cuánto valen los predios rurales que se poseen o, a raíz de los incendios, a cuánto ascienden las pérdidas de ciertos servicios ecosistémicos que en ellos se encuentran, resulta primordial para apreciar correctamente el patrimonio y determinar la magnitud de los impactos generados, respectivamente.

La alegría que siento por haber obtenido el premio Juan Ruíz de la Torre 2022 por el trabajo fin de máster me reconforta a nivel personal teniendo en cuenta los devastadores incendios forestales que se han declarado a lo largo de este año. En alusión a este trabajo, quisiera mencionar el trato excepcional que recibí por parte de los técnicos que me atendieron en las oficinas del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la provincia de Ávila a la que acudí para recabar información.

Por todo ello, desearía se siguiera profundizando y mejorando en ofrecer una tasación más afinada de las pérdidas por incendios forestales, pues es muy probable que ello pueda servir para valorar más lo que se tiene y dedicar más recursos a la ansiada prevención. El papel de los Ingenieros de Montes es, a día de hoy, fundamental para su consecución, y su presencia se impondrá como necesaria por el devenir y el signo de los tiempos.

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