Por Pedro Agustín Medrano Ceña, Ingeniero de Montes
Este año 2022 he sido galardonado por el Colegio Ofcial de Ingenieros de Montes con la Medalla de Honor por la Actividad Profesional en el Sector Privado, distinción que considero especialmente valiosa puesto que nace de los propios compañeros de profesión.
Aprovecho esta ocasión que se me brinda a través del blog colegial para hablaros un poco acerca mí, de mi trayectoria profesional y sobre mi visión de la profesión de ingeniero de montes.
Estudié en la Escuela de Madrid, de la cual conservo magníficos recuerdos, tanto de los compañeros como de los profesores.
Siguiendo la ruta contraria a la de otros muchos jóvenes, en cuanto tuve ocasión inicié el camino de retorno a lo rural y en el año 1995 comencé a trabajar en la Asociación Forestal de Soria, a la que siempre estaré agradecido por la forma en que me ha permitido desarrollarme profesionalmente.
Si bien era conocedor, e incluso partícipe, de los sistemas de tenencia comunitarios de los montes, típicos de los pueblos de la montaña soriana, el comienzo de mi andadura laboral me permitió enriquecer mi perspectiva del sector al incorporarle la visión de los propietarios forestales privados, quienes representan más del 65% de la superficie forestal de nuestro país.
El hecho de vivir en un pueblo forestal y de haber recorrido prácticamente toda la provincia de Soria, también me ha permitido valorar mejor el trabajo de compañeros de otras épocas (ingenieros, guardas, trabajadores forestales) que con su dedicación fueron capaces de articular proyectos todavía esenciales para muchas localidades. Nuestra profesión siempre se ha caracterizado por haber sabido vincular de forma acertada lo ambiental, lo social y lo económico, y creo que es una cuestión a la que no podemos renunciar.
Mi trabajo en la Asociación Forestal, además de permitirme compartir el día a día con profesionales magníficos, también me ha hecho conocer personas maravillosas, gente que desde lo pequeño, desde lo local, trabajan incansablemente por conservar y mantener viva su tierra. El problema es que cada vez quedan menos personas así, y que nuestro sector se enfrenta a un gravísimo problema de relevo generacional que afecta tanto a los titulares de los montes como a sus profesionales.
Debemos tomar conciencia que uno de los grandes retos que nuestra profesión debe abordar es precisamente el de volver a atraer a la gente a lo forestal, ya que nuestro sector no puede articularse sólo en base a ingenieros, sino que precisa de selvicultores, de motoserristas, de pastores, de leñadores, de camioneros, de aserradores…
Por eso concibo la labor del ingeniero de montes más como la de un facilitador de la actividad que como la de un controlador. Durante décadas hemos sido los baluartes del desarrollo de los pueblos forestales y ahora, más que nunca, no podemos dejar de asumir esta misión, por lo que creo que como gremio debemos dar un paso al frente en la lucha contra la despoblación.
Posiblemente para ello tengamos que desandar el camino de estos últimos tiempos y debamos reducir las cargas normativas y burocráticas que encorsetan la actividad primaria. Posiblemente también tengamos que aprender a mirar a nuestros montes con una visión más integradora en la que se diluyan las barreras entre lo agrícola, lo ganadero y lo forestal, ya que en el mundo rural, todos somos necesarios y complementarios.
Nuestro sector ofrece múltiples oportunidades, que entre todos debemos de potenciar. Yo mismo, además de vecino de un monte comunal, soy cazador, y truficultor, y cultivador de frutos rojos, y copropietario de un monte de socios… Creo que tal vez sea esta circunstancia de mi vinculación tan directa con estas estructuras que todavía persisten en algunas zonas de nuestro país la que habrá motivado a mis compañeros de profesión a proponerme para esta distinción, y supongo que con ella habrán querido destacar la importancia de estos socioecosistemas que en algunos lugares todavía tenemos la ocasión de disfrutar.
Si así ha sido, quiero agradecerles de corazón su propuesta, no porque crea que merezco el galardón, sino porque entiendo que a lo que represento sí que lo merece, y porque además considero que de vez en cuando es bueno recordar el ineludible compromiso que nuestra profesión tiene adquirido con el mantenimiento de las socioeconomías rurales.
Por todo ello, muchas gracias.