Por Rosana López Rodríguez. ETSI Montes, Forestal y del Medio Natural, Universidad Politécnica de Madrid.
A finales de 2021, después de casi tres meses de la erupción volcánica en la isla de la Palma, y tras las imágenes impactantes de lava incandescente y nubes de ceniza, de casas sepultadas por la lava y de familiarizarnos con términos como fajana, las redes y los medios de comunicación nos empezaron a mostrar fotos sobre cómo se recuperaba la vida en la isla.
Las masas de pino canario que rodeaban el volcán y donde varios metros de ceniza cubrían el suelo, con árboles que se habían quedado sin ramas o, en el mejor de los casos, totalmente defoliados por el fuego y los gases tóxicos, mostraban su resiliencia al rebrotar. Y así veíamos pequeños y tímidos brotes verdes en los troncos negros. Brotes que han empezado también a tapizar los troncos de los pinos quemados en Tenerife tras los incendios de este verano y que harán que los pinares se recuperen pronto. Continuar leyendo