La maldición de los montes

“Ya lo dijimos”. Es una frase que todos odiamos pero que no podemos resistirnos a utilizarla para la ocasión. Hace apenas año y medio, en esta misma página, lamentábamos la separación en dos ministerios del departamento con competencias en conservación de la naturaleza. La desvinculación de biodiversidad y política forestal, materias históricamente unidas, se había iniciado en 2012 por lo que en 2018 no se hizo más que ahondar en el error poniendo a la primera en el Ministerio para la Transición Ecológica y a la segunda en el de Agricultura, Pesca y Alimentación. Con la reciente configuración ministerial aquel desacierto parece subsanarse, al menos parcialmente, al volverlos a reunir en una Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación. Aunque el nombre nos parece forzado e innecesariamente largo –queriendo englobar más, abarca menos –, nos felicitamos por la decisión por cuanto en este breve pero intenso plazo de tiempo se han podido apreciar las múltiples disfunciones que este divorcio trajo consigo: discrepancias en cuanto a qué especies son invasoras y cómo debe abordarse su control o erradicación, diferencias de enfoque en las directrices de gestión de espacios Red Natura, desacuerdos en las políticas de control de poblaciones son algunas de ellas. Con la nueva configuración confiamos en que queden, si no resueltas, al menos parcialmente subsanadas porque aún queda por ver qué pasa con la caza. De mantenerse en el Ministerio de Agricultura quedará más huérfana de lo que ya lo está, y lo está mucho, pues nadie entiende la caza y la pesca continental fuera del medio natural, como un producto forestal más. Continuar leyendo