La maldición de los montes

“Ya lo dijimos”. Es una frase que todos odiamos pero que no podemos resistirnos a utilizarla para la ocasión. Hace apenas año y medio, en esta misma página, lamentábamos la separación en dos ministerios del departamento con competencias en conservación de la naturaleza. La desvinculación de biodiversidad y política forestal, materias históricamente unidas, se había iniciado en 2012 por lo que en 2018 no se hizo más que ahondar en el error poniendo a la primera en el Ministerio para la Transición Ecológica y a la segunda en el de Agricultura, Pesca y Alimentación. Con la reciente configuración ministerial aquel desacierto parece subsanarse, al menos parcialmente, al volverlos a reunir en una Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación. Aunque el nombre nos parece forzado e innecesariamente largo –queriendo englobar más, abarca menos –, nos felicitamos por la decisión por cuanto en este breve pero intenso plazo de tiempo se han podido apreciar las múltiples disfunciones que este divorcio trajo consigo: discrepancias en cuanto a qué especies son invasoras y cómo debe abordarse su control o erradicación, diferencias de enfoque en las directrices de gestión de espacios Red Natura, desacuerdos en las políticas de control de poblaciones son algunas de ellas. Con la nueva configuración confiamos en que queden, si no resueltas, al menos parcialmente subsanadas porque aún queda por ver qué pasa con la caza. De mantenerse en el Ministerio de Agricultura quedará más huérfana de lo que ya lo está, y lo está mucho, pues nadie entiende la caza y la pesca continental fuera del medio natural, como un producto forestal más.

Valorando en positivo la iniciativa, y aun cuando consideramos que Reto Demográfico, por coherencia, debería haberse vinculado al Ministerio de Agricultura, desde aquí nos preguntamos si la decisión de trasladar la Política Forestal al nuevo Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se debe a la Transición o al Reto porque dará pistas sobre su futura orientación.

También dudamos de que este sea el momento oportuno de desvincular las políticas del medio natural del Ministerio de Agricultura por cuanto será en su seno donde se debatan los planes estratégicos para el periodo 2021-2027 de la Política Agrícola Común (PAC) y el reparto de fondos entre los dos pilares, amenazados ambos tras el Brexit. Porque es la PAC la que debe estimular la gestión forestal, la bioeconomía, el fomento de las energías renovables, la gestión de espacios protegidos o potenciar la prevención de incendios forestales. Y todas estas actividades se desarrollarán en zonas que contribuirán al desarrollo rural, a generar riqueza y empleo en las zonas más despobladas.

«Nos preguntamos si la decisión de trasladar la Política Forestal

al nuevo Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

se debe a la Transición o al Reto porque dará pistas sobre su futura orientación»

Así, a través de Juntos por los Bosques llevamos años apostando por unir montes, biodiversidad y Parques Nacionales con desarrollo rural, agua y cambio climático en una suerte de Secretaría de Estado de la Sostenibilidad o del Entorno Vital pues el medio natural es un todo indivisible en el que sus componentes interactúan para proporcionar los servicios ecosistémicos y el sustento económico clave para mantener unas mínimas poblaciones estratégicas. Si se dispersan las competencias de su gestión se desagregan sus servicios de forma que las partes sumarán menos que el todo. Un departamento con esta configuración sería clave para la consecución de los ODS, la bioeconomía, la gestión realmente integral de las cuencas, abordar el reto de la despoblación, la integración de las políticas de prevención de riesgos naturales… En definitiva, conseguir una verdadera planificación territorial integrada.

La variedad y multifuncionalidad de nuestros montes les permite jugar un papel primordial tanto en la necesaria transición ecológica como en la despoblación o en la bioeconomía lo que ha acabado siendo su peor enemigo pues ha favorecido que el departamento forestal lleve dando tumbos de un ministerio a otro y cambiando de nombre desde hace un cuarto de siglo. No extraña por tanto que los ciudadanos, que son quienes con sus demandas inclinan la balanza de las políticas, piensen que ya no existe. Y mientras tanto, el sector forestal se desangra y las escuelas de Montes y de Forestales se vacían poniendo en riesgo la pérdida de un saber hacer largamente contrastado.

La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes

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