Por Federico Ruiz Fernández, Ingeniero de Montes
Recientemente hemos conocido la triste noticia del fallecimiento de Gabriel Toval Hernández, una persona ampliamente reconocida por su trayectoria técnica y científica dentro del sector forestal. Una trayectoria que durante años residió en Ence, donde Gabriel ejerció como Director de Investigación Forestal en una primera etapa y después como Director de Investigación y Tecnología.
Gabriel era Ingeniero de Montes y su carrera profesional estuvo focalizada en la mejora genética forestal y las especies de crecimiento rápido, a las que dedicó su carrera, su valiente defensa y reivindicación tanto desde el sector público como en el privado. En el primero fue director del Centro de Investigación Forestal de Lourizán durante dos etapas, entre 1986-1989 y 2009-2014. Durante esta etapa fue impulsor y primer Coordinador del Plan de Mejora Genética Forestal para Galicia que abordó la mejora del pino pinaster el castaño, el abedul y el cerezo. También cabe destacar su trayectoria internacional durante este periodo, que incluyó su colaboración con el grupo de mejora de Pseudotsuga menziesii de IUFRO y con la comisión de la CEE para determinar áreas de origen de semillas de esta especie en la costa del Pacífico en los Estados Unidos de América. Durante su segunda etapa como director del centro fue el impulsor del Plan de Innovación Forestal de Galicia 2010-2020. En el sector privado llevó las riendas de la investigación en Ence entre 1989 y 2006, donde fue impulsor de la mejora genética de la especie Eucalyptus globulus desde el primer momento. Bajo su dirección se alcanzaron logros como el de la reproducción clonal de la especie, de los que hoy todavía no somos conscientes de su transcendencia, dado que revolucionó el concepto de mejora de esta especie. Esta fue la base de nuevos avances y mejoras como el desarrollo de la selvicultura clonal, el control biológico de plagas forestales y tantas otras que fueron ampliamente impladas en plantaciones de eucalipto de Norte a Sur de la Península Ibérica y exportadas a los proyectos de expansión de la compañía en Uruguay. En el área de investigación y tecnología fue pionero en la implantación de métodos estadísticos y el impulsor durante su etapa de la quimiometría, la simulación de procesos y la acreditación del laboratorio de ensayos físicos del papel de la compañía. Su visión estratégica le llevó a apostar siempre por la tecnología TCF de la que fue un fiel valedor. Todo ello con una intensa gestión de colaboraciones con centros e instituciones de investigación, lo que proyectó internacionalmente el nombre y reconocimiento del Centro de Investigación y Tecnología de Ence.
Sin miedo a equivocarnos podríamos afirmar que sus aportaciones y méritos profesionales fueron equiparables a su enorme calidad humana. Su humanidad, humildad, transparencia y buen humor sumados a su enorme acervo de conocimiento, lo hacían una persona impregnada de un carisma especial que conquistaba a cualquiera que lo conocía. Sólo bastaba charlar con él de cualquier tema para darte cuenta que estabas frente a una mente privilegiada, que igual te orientaba con una cita de Napoleón que te apartaba de tus prejuicios con otra de Descartes. Y es que Gabriel era un verdadero “Sabio” con un conocimiento universal que cultivaba y amaba y del que él siempre decía representaba la esencia del verdadero “sentido común” que no era tan común entre personas. Igual que cultivaba y amaba a todos sus colaboradores y colegas, regalándoles su tiempo y dedicación en todo momento con cariño y cercanía. Recuerdo que podías trabajar y aprender con él sintiéndolo accesible y cercano aunque fueses un becario a miles de kilómetros de distancia. Su capacidad para trasmitir y comunicar estaban sin duda relacionadas con vocación docente que en sus inicios profesionales le habían llevado a ser profesor del Centro de Capacitación Forestal de Lourizán y del Instituto Agropecuario ‘Valentín Salegui’ en Perú. Docencia magistral que retomó y nos regaló durante su jubilación porque nunca dejó de trabajar y aportar al sector. Trabajador infatigable, estoy convencido que era el medio que tenía para estar cerca de las personas y motivaciones a las que tanto amaba.
La pérdida de Gabriel Toval deja un hueco irreparable en el sector y una colección interminable de amigos, compañeros y colegas huérfanos del criterio valiente e independiente de un verdadero Maestro. Su labor debe servirnos de ejemplo para encontrar soluciones sencillas a problemas complejos, como él practicaba, aplicando perspectiva, conocimiento y método.
Gabriel era gallego de adopción aunque había nacido en Málaga, ciudad donde había transcurrido su infancia y adolescencia, y de la que nunca se desprendió de su acento. Se despidió de todos nosotros el pasado 28 de febrero, día de Andalucía. Estoy seguro que no fue casualidad y de que realmente se trata de otro de sus guiños con el que esta vez quiso despedirse de nosotros.
Hasta siempre Jefe.