Texto del Discurso de Carlos del Álamo Jiménez en el Acto de entrega de la Distinción de Colegiado de Honor 2020 del COIM

Carlos del Álamo Jiménez. Colegiado de Honor 2020 del COIM

Sr. Decano del COIM, Sr. Presidente del IIE, Sra. Dra. del OAPN, Sra. Directora de RRII del Grupo TRAGSA, autoridades, amigos, compañeros, señoras y señores,

Comienzo agradeciendo a los órganos de gobierno del Colegio de Ingenieros de Montes y a su Decano, el acuerdo de la concesión de las distinciones de las que hemos sido objeto mis compañeros galardonados y yo. Claramente justificada en el caso de mis compañeros y en mi caso, como dijo Unamuno, en la anécdota a la que me refiero a continuación, seguramente también, si así lo han decidido con su benevolencia, quienes tienen autoridad para hacerlo.

Hago referencia al momento en el que el rey Alfonso XIII concedió a Unamuno la Gran Cruz de Alfonso XII. En la ceremonia de entrega, Unamuno le dijo al monarca:

“Señor, me siento muy orgulloso de la distinción que me concedéis y que verdaderamente merezco.

El Rey, le contestó:

−Don Miguel, me sorprende vuestra respuesta, porque todos aquellos a quienes he distinguido con esta condecoración me han dicho que no se la merecían.

−Muy cierto, Majestad −contestó Unamuno− y seguro que tenían toda la razón al decirlo”

De ahí mi referencia al merecimiento de la distinción.

Se acaban de describir los curriculum y los méritos de los galardonados en el día de hoy, por lo que no voy a repetirlos ahora y se ha hecho también un cariñoso recuerdo, al que me sumo, a los que nos han dejado durante esta pandemia.

Y quiero hacer una mención especial a Rafael Ceballos Jiménez, fallecido en abril del año pasado por esa causa, vicedecano en la Junta de Gobierno del Colegio, que me honré en presidir ocho años, de 2008 a 2016 y compañero que desarrolló una gran labor en el IIE.

Rafael, que ha recibido la Medalla de Honor por la actividad colegial, profesionalmente ha hecho todo lo que puede hacer un ingeniero de Montes y más, tanto en el ámbito público, como en el privado y en disciplinas y campos diversos.

Gran ingeniero, mejor amigo y compañero ejemplar, solidario y desinteresado, de imaginación desbordante y espíritu de concordia, dispuesto siempre a ayudar en cualquier ocasión que hiciera falta. Descanse en paz.

Mi felicitación a los galardonados con la Medalla de Honor en el día de hoy:

  • Por la actividad en el ámbito internacional a D. Joaquín Ramírez Cisneros, fundador y principal consultor de Tecnosylva, empresa con tecnología propia y expansión internacional.
  • Por su actividad en el sector público a: D. Jesús Gámez Montes, primer director general de Montes de la Junta de Castilla y León, que participó activamente en el diseño y creación de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, en la que se incluyó una Dirección General del Medio Natural.
  • Por su actividad en el sector privado a D. Fernando Torrent Bravo, empresario de la industria de la acuicultura y profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural, de la Universidad Politécnica de Madrid, siendo director técnico actual de la Piscifactoría de la Escuela de Madrid.
  • Por su actividad en el ámbito académico, investigación y publicaciones a: D. Eduardo Tolosana Esteban, catedrático en la E.T.S.I. Montes, Forestal y Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid, del departamento de Ingeniería y Gestión Forestal y Ambiental, autor de numerosas publicaciones técnicas y proyectos de investigación.
  • Mención especial Jacobo Ruiz del Castillo, a título póstumo a D. José Luis Allué-Andrade, profesor e investigador científico del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias, especialista en Fitoclimatología, autor del libro “Subregiones Fitoclimáticas de España”, trabajo que dio lugar su publicación, “Atlas Fitoclimático de España. Taxonomías” que constituye un referente en ese campo de conocimiento.

También felicito a los compañeros que reciben la medalla por su permanencia durante cincuenta años como colegiados:

Julio Serrano Serrano, José Ignacio Navarrete Varela, Ricardo Sánchez Candelas, Antonio Escartín LLansola, Armando Gavilán Orsolich, José Fernando Bermejo, Juan de Gorostidi Pérez Ventana, Juan Antonio Cifuentes Alonso, José Aladrén Losilla, su permanencia en el Colegio es un valor que muestra su solidaridad con la profesión de ingeniero de Montes

Enhorabuena a todos ellos.

Por último, quiero compartir esta distinción con todos los ingenieros de Montes que trabajan día a día para mejorar la calidad de vida y el bienestar de nuestra sociedad. Muchos lo hacen, de forma casi anónima, en la soledad de los montes de la España despoblada, otros en ámbitos urbanos o industriales.

Como estamos en un acto de carácter profesional, resulta obligado hacer algunas reflexiones sobre la profesión que nos une.

Cuando hace casi doscientos años los promotores de la ingeniería de Montes pensaron en la necesidad y conveniencia de crear una Escuela y un Cuerpo de ingenieros, eran conscientes de que los montes e incluso la naturaleza española, se encontraba en un estado tal de deterioro que, la amenaza de desertificación, la pérdida de materias primas y recursos y los riesgos de los arrastres, avenidas e inundaciones para la agricultura, las obras públicas y las personas, comenzaba a ser alarmante.

Esas mentes, seguramente pocas, pero ilustradas, estaban decididas a evitar que los referidos males afectaran a la sociedad española de entonces, muy distinta de la actual, como lo era también la situación de los montes y lo consiguieron comenzando en Villaviciosa de Odón un camino fructífero que dotó a la ingeniería de Montes de un pensamiento idealista, naturalista y científico aplicado a la gestión del monte.

Lo cierto es que, el espíritu fundacional, regeneracionista, de la profesión de ingeniero de Montes del siglo XIX continuó impregnando a las enseñanzas y la actividad profesional de los ingenieros durante, casi, al menos, todo el siglo XX y es, a finales de este, cuando se producen cambios casi disruptivos en los montes españoles que deben de trasladarse también a la formación académica y a la praxis profesional.

Desde mediados del siglo XX, la situación general de los montes comenzó a cambiar sustancialmente, por tres razones principales:

  • el abandono de la actividad agraria
  • la aparición de los movimientos conservacionistas, propios de la sociedad urbana y postindustrial y
  • la falta de rentabilidad de gran parte de los aprovechamientos forestales tradicionales.

Han cambiado progresivamente, las circunstancias del monte, del medio ambiente y de aquellos ámbitos profesionales más identitarios de nuestra ingeniería.

Está cambiando la ingeniería y están cambiando los montes, no tanto su estado natural, que también y a mejor, en general, como sobre todo su estado sociocultural y económico. Razonablemente, algo tendremos que cambiar nosotros: adaptarnos y anticiparnos, si es posible.

En consecuencia, la forma de ejercer la ingeniería tiene que cambiar para dar respuesta a las nuevas demandas sociales. A la mejora de la salud y el  bienestar que son hoy sus grandes aspiraciones.

La ingeniería, aparte de su faceta de inventiva y creatividad, es un servicio profesional de carácter intelectual que aporta soluciones a los problemas de la sociedad. Esta faceta profesional es la que nos trae a organizarnos en un Colegio y en nuestras asociaciones, pero sin perder de vista nuestro papel social y a considerar, cómo, a su vez, nos ven desde fuera.

La primera cuestión para plantear es que, la ingeniería, hoy, hay que hacerla en equipo y la mayoría de las veces, no solo de ingenieros, sino que hay que integrar a profesionales de otras especialidades y materias. La complejidad de los proyectos hace necesaria la respuesta múltiple e integrada a los problemas a resolver.

La segunda, es la responsabilidad de los ingenieros en la ejecución de los proyectos y trabajos. Responsabilidad que no se refiere solo al riesgo de una mala praxis profesional, sino a una actitud ética con las personas y con el medio ambiente.

La tercera, es la valoración social de la ingeniería. Es evidente que algo falla cundo la gente no sabe que vive en medio de ingeniería y la utiliza, desde que se levanta hasta que se acuesta. Aquí tenemos que hacer un esfuerzo obligatorio de divulgación y pedagogía social.

Pongo el ejemplo del papel de los montes ante el cambio climático que está adquiriendo, paulatinamente, la importancia que tiene en la mitigación de sus consecuencias. Hace unos años, desde el Foro de Bosques y Cambio Climático hicimos el esfuerzo de divulgación del papel de los montes y la vegetación como sumidero de carbono, que era desconocido o ignorado, incluso, por los que tenían responsabilidades de alto nivel en la lucha contra el cambio climático.

Kioto había marginado la función de sumidero de los bosques y hasta Paris, diez y ocho años después, no se reconoció este papel de forma expresa. Hoy comienza a activarse, aunque todavía no se aplica en toda su capacidad y potencial y mucho menos a los bosques que existían antes de 1990.

Como decía hace unos días un directivo de la banca, “hay mucho profeta del cambio climático y pocos fontaneros”.

La ingeniería de Montes es una ingeniería de base energética y territorial que gestiona la energía solar a través de la biomasa y la energía del agua, para frenar su fuerza de arrastre y controlar la erosión y los fenómenos torrenciales. Y el agua y la energía son los dos recursos claves para el desarrollo de la Humanidad.

España, es el país del mundo en el que la Ingeniería de Montes se ha establecido de forma más completa, más allá del bosque, con el concepto “monte”, que le confiere una cualidad multifuncional, para cuyo ejercicio profesional, los ingenieros de Montes han recibido una formación académica como ingenieros civiles.

En ese sentido la ingeniería de Montes debe de hacer de enlace entre la Naturaleza que acoge las actividades humanas y las técnicas y tecnologías de las otras ingenierías, más, en estos momentos de incertidumbre ante las pandemias, el cambio climático y las catástrofes naturales que éste puede producir.

Y para ello y para prestar el servicio a la sociedad que le corresponde, el Instituto de la Ingeniería de España, es el sitio ideal para la integración, la colaboración y la aplicación del conocimiento conjunto de las Ingenierías.

Me sumo al contenido del editorial del último número de junio de 2021, de la Revista Montes que recoge las posibilidades de trabajo de los ingenieros de Montes en el nuevo escenario mundial: transición energética, bioeconomía, economía circular, conservación de la biodiversidad y esperemos que más pronto que tarde, se establezcan los pagos por los servicios ambientales de los montes que son de justicia para sus propietarios y selvicultores y desde luego para su mejor conservación.

Creo, que, ante las iniciativas europeas de reconstrucción y de lucha contra el cambio climático, de desarrollo de nuevas formas de generación de energía y en su implantación territorial, en la economía circular, en la bioeconomía y en muchas otras cuestiones estamos en un momento muy interesante para la ingeniería de Montes y no olvidemos que la ingeniería la hacemos los ingenieros uno a uno y que de la suma de nuestra actuación individual resultará la valoración pública de nuestra profesión.

Mantengamos siempre presente el viejo lema ilustrado fundacional de la Escuela de Montes, “Saber es hacer”, inmutable y vigente, como guía de acción de los ingenieros de Montes.

Muchas gracias

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