El efecto oso polar y los montes: de la gestión a la gobernanza

Juan Carlos Costa. Ingeniero de Montes

Por Juan Carlos Costa Pérez. Ingeniero de Montes

Si se cumplen los peores pronósticos del cambio climático determinadas especies como el oso polar pueden desaparecer. Para la mayor parte de nuestros ecosistemas forestales las previsiones han venido siendo hasta hace poco relativamente optimistas. Así, el primer Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2006-2020[1] preveía una paulatina adaptación de nuestros bosques, sin embargo actualmente ya se considera que a algunos de ellos les puede pasar como al oso polar: no van a sobrevivir al cambio climático, al menos tal y como son hoy en día.

El nuevo Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021 – 2030[2] (en borrador) ya reconoce límites a esa adaptación en la línea de lo que contemplaba la FAO en 2009: sin una importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, los efectos del cambio climático podrían sobrepasar la capacidad de adaptación de muchos bosques a lo largo de este siglo[3]. Dado que por ahora la reducción de emisiones, al menos de forma significativa, es una quimera no es muy descabellado decir que algunos bosques, como los mediterráneos, tienen un futuro incierto.

Este temor ya fue puesto de manifiesto por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio climático que advirtió que la capacidad de adaptación de muchos ecosistemas forestales podría verse sobrepasada para 2100 debido a una combinación de efectos del cambio climático y de las perturbaciones asociadas a los mismos, como incendios, plagas o sequías; al hilo del escaso éxito de los últimos acuerdos mundiales es evidente que 2100 es una cifra muy optimista.

Actualmente ya se está produciendo el decaimiento e incluso la muerte de robles, abetos, píceas, hayas y pinos en España, Francia, Italia y Grecia y cedros  en  Argelia y Marruecos. Para la península Ibérica los resultados de los modelos de distribución de especies sugieren que algunas arbóreas, e incluso arbustivas, pueden ver fuertemente reducida su distribución potencial[4]. De hecho, ya se han observado disminuciones en el crecimiento e incrementos en la tasa de mortalidad, tanto en repoblaciones como en bosques naturales, en numerosas localidades de España: Abies alba en el Pirineo Aragonés; Fagus sylvatica en el Montseny: Pinus sylvestris en Lleida, Girona y Zaragoza, Abies pinsapo en la Sierra de las Nieves; Pinus sylvestris y Pinus nigra en Sierra Nevada;: Pinus nigra en la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas y Sierra de los Filabres; Pinus pinaster en Segovia y Sierra de Baza, etc.

Muchos investigadores coincidían en señalar que las primeras extinciones locales en la península se iban a producir principalmente entre los esclerófilos lauriodes relictos del terciario (laurel, acebo, rodondedro, arraclan, loro, mirto, viburno, madroño, etc), así como entre plantas de las zonas de montaña más frescas (pino silvestre, enebro común, tejo, viburnun, acer, sorbus, prunos, etc). A continuación las especies más afectadas iban a ser los esclerófilos arbóreos como los Quercus mientras que se verían menos afectados, e incluso favorecidos los arbustos deciduos de verano, como las jaras o los tomillos. Pocos investigadores planteaban hace años mortalidades masivas ni siquiera decaimientos severos en los bosques de coníferas, a excepción de determinadas poblaciones relictas  o de alta montaña (A. alba, A. pinsapo,  algunas variedades de P. sylvestris o J. Communis)[5].

Sin embargo si se están produciendo decaimientos e incluso mortalidades masivas en algunas masas de pinares: Sierras de Filabres, Baza y Nevada en Andalucía; pinares de piñonero en el Maresme en Cataluña[6]; pinares de pinaster en Castilla León[7]; pinares de carrasco en las sierras de la Peñarrubia, Tercia y Almenara o en Orihuela en Murcia[8]. Estas mortandades también pueden darse en bosques densos de encinas, como el de Prades en Tarragona, en el que la evapotranspiración representa ya el 92% de la precipitación; un incremento de la aridez podría llevar a la muerte masiva del arbolado[9].

Amén de factores como la posiblemente inadecuada región de procedencia de las plantas utilizadas en su momento para la repoblación o la falta de tratamientos contra plagas y enfermedades, se constata que la mayor parte de estas masas tenían una densidad excesiva. Posiblemente estas mortandades masivas tengan más sentido si se abordan conjuntamente desde la perspectiva del cambio climático y de la falta de adecuados tratamientos selvícolas[10].

Se sabe que los bosques con una alta densidad de pies y una baja heterogeneidad estructural son especialmente vulnerables a procesos de decaimiento forestal en condiciones de sequía al competir por los recursos hídricos. Es evidente que los decaimientos, y en su caso mortandades, podrían haberse paliado con una adecuada gestión selvícola destinada a disminuir las densidades y por lo tanto la competencia. La pregunta no es solo porque no se han venido realizando estos tratamientos selvícolas, sino si es posible llevarlos a cabo con la intensidad y frecuencia que se requiere ante la necesidad de actuar lo más rápido y contundentemente posible debido a la más que probable progresión desfavorable del cambio climático.

Solemos atribuir la no realización de tratamientos selvícolas a la falta de presupuestos, y si bien ello es cierto no es la única razón. Muchos de estos pinares a los que nos hemos referido antes se encuentran en zonas de montaña y no pocos en un Espacio Natural Protegido. El efecto combinado de la dificultad para llevar a cabo los trabajos en orografías más o menos complejas, normativas ambientales que obligan a realizar “actuaciones blandas”, sobre todo en espacios protegidos, el manejo adecuado de los residuos de corta para disminuir la combustibilidad, la necesidad de no afectar a otras especies arbóreas e incluso arbustivas en las operaciones selvícolas y los precios poco competitivos de los productos intermedios obtenidos (y a veces de los finales) hace no solo que el coste de los tratamientos por hectárea sean muy elevados sino que además su gestión sea compleja. Asimismo a veces la atomizada propiedad privada añade otra dificultad[11].

Sin embargo hay otro factor a tener en cuenta y no menos importante: la realización de estos tratamientos selvícolas puede ser controvertida y por ende rechazada por determinados agentes sociales cuando no difícilmente compatible con la planificación y la legislación vigente en el territorio.

Convencer a un responsable de medio ambiente de que para remediar los daños del cambio climático tenemos que cortar un número considerable de árboles durante varios años, -y por lo tanto comprometiendo presupuestos futuros[12]-, usando maquinaria pesada y construyendo impactantes infraestructuras para la saca de los productos para que al final quede una masa con menos árboles, ya es complicado. Y si a eso unimos que todo ello se va a hacer con el posible rechazo de algunos sectores de la población, (ecologistas, naturalistas, científicos, usuarios de la naturaleza, etc), es evidente que la propuesta difícilmente prosperará. El responsable de turno preferirá soltar linces o quebrantahuesos o plantar un árbol en una zona incendiada, por más que no haga ninguna falta, ya que estas actividades son bien vistas por la sociedad y mucho más rentables mediáticamente[13].

El gran reto pues no es selvícola. La ciencia forestal tiene suficientes respuestas para llevar a cabo las actuaciones necesarias para mejorar la resiliencia y adaptación al cambio climático de nuestras masas forestales garantizando la sostenibilidad en bienes y servicios ambientales del ecosistema. El gran reto es convencer de que estas actuaciones son imprescindibles por más que algunas de ellas sean polémicas y tengan difícil encaje en la conciencia ambiental generada durante años y que ha ido impregnando una gran parte de la planificación y de la legislación sobre medio natural. Dicho de otra manera no es un problema de Gestión sino de Gobernanza, es decir de toma de decisiones.

Para entender porque algunos sectores de nuestra sociedad tienen un concepto negativo sobre “lo forestal” hay que retroceder hasta el nacimiento de los primeros movimientos ambientalistas del país. Mientras que en centro Europa los grupos ecologistas se manifestaban contra las centrales nucleares o la contaminación[14], en España se volcaban en el medio natural. Ello era debido no sólo por nuestra menor industrialización sino porque en plena dictadura era peligroso no mantenerse al margen de los debates sobre la política industrial o urbanística patrocinada por el Estado español[15]. Por esta razón los primeros conservacionistas promovieron una agenda basada en el medio natural que no desafiaba las prioridades económicas o sociales del estado. Las manifestaciones en contra de la contaminación, de la construcción de presas, de los trasvases o de la urbanización del litoral, habría que dejarlas para el tardofranquismo e incluso una vez muerto el dictador[16] (Central nuclear de Lemonitz 1976, Urbanización del Saler 1974, Presa de Riaño 1986 e Itoiz 1985,etc).

Pero como hemos dicho durante el Régimen la cosa era diferente. Los debates sobre medio natural eran fácilmente asumidos por la dictadura; al fin y al cabo gran parte de los políticos de entonces como el mismo Franco o el Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga eran grandes aficionado a la  pesca y a la caza por lo que no eran ajenos a este tipo de controversias. El ornitólogo José Antonio Valverde elogió expresamente el interés del Régimen por la naturaleza[17] actuando de intermediador entre Franco y el presidente de WWF, el príncipe Bernardo de Holanda, para llevar a cabo la adquisición de las fincas que conforman la actual Estación Biológica de Doñana[18].

En esta preocupación por el medio natural tuvo una gran influencia Félix Rodríguez de la Fuente que promovió durante sus quince años de actividad toda una generación de naturalistas, algunos de los cuales siguen actualmente en la brecha ambiental[19]. Félix compartía este territorio político ambiguo del conservacionismo de la época lo que le permitió prosperar en los medios de comunicación recibiendo el apoyo (y la financiación) de miembros de alto rango del Régimen. En consecuencia desde la clandestina oposición se consideró a los conservacionistas como organizaciones adeptas al régimen. Tanto es así que cuando los tecnócratas del Opus Dei legalizaron la creación de grupos no políticos en 1964 proliferaron entre ellos las organizaciones ecologistas.

Incluso el heredero designado por Franco, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, aceptó la presidencia honoraria de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza, ADENA, entre cuyos fundadores y miembros de la junta directiva se incluían a las élites bancarias, altos funcionarios del estado y aristócratas. En opinión del periodista y naturalista Benigno Varillas esto hizo que el ecologismo centrado en la naturaleza en España fuera esencialmente conservador[20].

El régimen tardofranquista no desperdició la oportunidad que le brindaba el medio ambiente para atenuar la imagen de España en el extranjero dando una imagen de modernidad. En 1971 se crean el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) y la Comisión Interministerial para la Adecuación del Medio Ambiente (CIAMA), un lavado de cara con objeto de dar buena imagen en la Conferencia de Naciones Unidas de Estocolmo sobre Medio Ambiente en 1972, cuya delegación española estuvo dirigida por López Rodó, paradójicamente el hombre clave en la política de los planes de desarrollo[21].En realidad, era difícil que el ICONA pudiera cambiar significativamente la política forestal utilitarista arraigada desde comienzos del franquismo y agudizada con el desarrollismo de los años sesenta[22].

A partir de 1970 surgen nuevos grupos ecologista vinculados esta vez a posiciones de izquierdas y a la reivindicación de la democracia. Para estos nuevos grupos ambientalistas los anteriores conservacionistas eran elitistas y poco solidarios con las necesidades y problemas de la clase trabajadora por lo que era importante desligarse de este pasado con acciones contundentes. La Asociación Española para la Ordenación del Medio Ambiente (AEORMA), uno de los primeros grupos ecologistas creado en 1970, manifestó su rechazo a Adena/WWF mientras Juan Carlos de Borbón siguiera siendo su presidente honorario[23]. Este cambio en el movimiento ecologista afectó también a sus prioridades comenzando a centrarse en el deterioro de las condiciones de vida de la población y no sólo en el «conservacionismo nostálgico por los pájaros y los árboles», en palabras del sociólogo y activista valenciano Josep-Vicent Marquez.

Evidentemente este nuevo ecologismo no podía pasar por alto la intensa política forestal que se había llevado a cabo durante los años del régimen. Sus ataques no sólo se centraron en las instituciones representativas del franquismo como el ICONA sino contra algunas de las especies utilizadas, como los eucaliptos o los pinos, a los que se les llegó a dar el apelativo de “árboles fascistas”, un disparate que no tiene parangón en ningún lugar del mundo. No deja de ser elocuente que el primer artículo del primer número de la revista Quercus de 21 de diciembre de 1981, decana de la prensa medio ambientalista especializada, estuviera dedicado al eucalipto.

El rechazo a todo lo que recordara a la política forestal franquista no sólo anido entre el nuevo ecologismo de izquierdas, también universidades e instituciones científicas  publicaron cientos de artículos, estudios y tesis doctorales criticando la política forestal como representativa de un pasado dictatorial. Estos ataques llegaron a hacerse incluso contra la ciencia selvícola. El investigador del CSIC Teodoro Marañon afirmaba en 1997 que: en los últimos años se están realizando aclareos y rozas abusivas del bosque, tanto en montes públicos como privados, subvencionadas con fondos europeos. Estas actuaciones selvícolas se justifican por la eliminación de combustible y reducción del riesgo de incendios además de captar jornales y subvenciones para las comunidades rurales. El uso de desbrozadoras mecánicas sin control está destruyendo toda una generación de renuevos de encinas, alcornoques quejigos, además de ejemplares antiguos y valiosos de madroños, agracejos, durillos, brezos arbóreos y otros elementos del matorral noble. Es paradójico que con los fondos europeos para actuaciones selvícolas se está llevando a cabo una de las agresiones más graves al bosque mediterráneo de los últimos 30 años[24]” … Sin comentarios …

El eucalipto era el enemigo principal a batir -y aun lo sigue siendo en la actualidad en algunos ambientes ecologistas y docentes-. El diputado a Cortes Carlos Navarrete, del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso por Huelva, llegó a afirmar que “el eucalipto es un árbol de derechas, genocida, hereje, vampiro vegetal, analfabeto e imperialista[25]Este furibundo ataque desde el mismo partido que gobernaba Andalucía hizo que uno de los retos con los que tuvo que enfrentarse el Plan Forestal Andaluz, pionero en su género, fuese el de encauzar de una manera razonable esas críticas argumentando que no era una cuestión de especie sino de espacio, es decir del lugar en el que debían ubicarse los eucaliptos teniendo en cuenta que se trataba de una plantación para producir madera y no de un bosque en el sentido ecosistémico de la palabra.

Y esa ha sido precisamente la falacia argumental utilizada contra el eucalipto: compararlo con un hipotético bosque prístino y no con un cultivo destinado a producir bienes de consumo. Evidentemente los servicios ambientales de un eucaliptal son menores que los que proporciona un robledal, pero saldría bien parado si lo comparásemos con la mayor parte de los cultivos agrícolas que son desiertos de biodiversidad, usan toneladas de agrocidas contaminando el medio y los acuíferos y favorecen la pérdida de suelo por erosión[26].

Durante años se fueron eliminando los eucaliptales de Huelva con el beneplácito de los grupos ecologistas y el amparo de la administración medio ambiental que autorizó los cambios de uso del suelo. Miles de hectáreas fueron sustituidas por cultivos intensivos de fresas y cítricos. Pasados unos años los cauces se colmataron con la tierra procedente de los desmontes y el uso indiscriminado de agua para riego conllevó la sobreexplotación de acuíferos y su contaminación con los nitratos usados en los fertilizantes. Las terrazas construidas para las plantaciones de eucalipto fueron duramente criticadas durante años, no así las realizadas para las plantaciones de cítricos, hechas sin tener en cuenta las curvas de nivel porque se busca la máxima insolación. Aun así, la polémica en contra los eucaliptares en Huelva continúa en la actualidad[27].

Pero el eucalipto no era el único árbol “fascista” a eliminar. Los pinares no se salvaron de las críticas. Para el ambientalista de aquel entonces los pinos eran árboles alóctonos usados en las repoblaciones franquistas previa eliminación de la vegetación autóctona que acidifican el suelo y favorecen los incendios forestales[28]. En ningún país del mundo se ha atacado de forma tan inmisericorde a un género del reino vegetal, excepción hecha del eucalipto. Pero estas afirmaciones no sólo procedían del sector ecologista, también se impartían en muchas facultades de biología, farmacia o ciencias ambientales[29] y contaban con el beneplácito de algunos científicos de reconocido prestigio[30]. Si bien durante los últimos años se han hecho importantes esfuerzos para desmontar estas falsedades aun siguen apareciendo periódicamente en los medios de comunicación[31].

Pero además si durante la época del desarrollismo franquista se potenciaron las plantaciones destinadas a la producción de madera y pasta de papel, es evidente que el nuevo ecologismo también iba a enarbolar la bandera en contra de estas producciones. No es que fueran incompatibles con la conservación del medio natural, es que el medio natural no debía producir estos bienes, y mucho menos si estamos en un Espacio Natural Protegido, por más que se prohibiese algo que había conformado los elementos que permitieron declarar muchos de estos espacios como protegidos, como por ejemplo Cazorla.

Algunas de las primeras normativas de Espacios Protegidos de Andalucía ya contemplaban este criterio. En 1994 el primer Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Parque Natural Sierra de Baza[32], uno de los espacios naturales más afectados por decaimientos y mortandades de pinares en la actualidad, decía: “los aprovechamientos forestales, están orientados más que a la obtención de un beneficio económico a favorecer una evolución progresiva de la vegetación”. Este criterio que estigmatiza el aprovechamiento de madera se ha venido reiterando de una u otra manera en los sucesivos planes[33].

Decaimiento masivo de pinares en el Parque Natural Sierra de Baza. Foto Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía

Curiosamente el primer Plan de Desarrollo Sostenible del Parque aprobado en 2006 llamó la atención sobre el bajo empleo generado en las industrias de la madera, tratándose de un territorio excedentario en esta materia prima[34]. El plan sin embargo no podía proponer ninguna actuación para poner en marcha actividades que valorizasen el sector, sencillamente porque hubiera ido contra la propia filosofía del PORN. El segundo Plan de Desarrollo, en borrador, ya reconoce que algunas de las líneas de mejora de la economía del lugar son imposibles de llevar a cabo con la actual normativa[35].

Si las normas del Parque no hubieran estado impregnadas por opiniones sectarias y se hubieran hecho las cortas adecuadas no hubiéramos asistido al decaimiento masivo de los pinares y se hubiera generado riqueza para una de las zonas más deprimidas económicamente de España.

En conclusión, si se quieren llevar a cabo los tratamientos selvícolas necesarios recomendados por gran parte de los profesionales forestales, científicos e investigadores para mejorar la adaptación de nuestros bosques al cambio climático, no sólo es necesario contar con presupuestos suficientes sino además con el apoyo de los agentes políticos y sociales y de las comunidades educativas y científicas, muchas de ellas hasta ahora poco permeables a abandonar la anquilosada senda antiforestal que se inició en los años setenta del siglo pasado. Sinó es así no se podrán realizar los tratamientos porque pesarán más los grupos de opinión y de interés contrarios a realizarlos que la necesidad.

Sin embargo un nuevo frente del ecologismo radical está apareciendo en escena. La disyuntiva gestión-no gestión forestal fue ampliamente debatida en el pasado reciente y tiene su origen en la consideración de que los ecosistemas, tanto naturales como artificiales, tienen dinámicas propias que hay que dejar fluir con independencia de si interesan o no los resultados obtenidos. El ecologismo radical propugna la no gestión porque la gestión supone la intervención en el medio natural. Esta no gestión aparece en 1990 en California cuando la asociación Forests Forever, presentó una iniciativa para prohibir toda la corta de árboles viejos y para no intervenir en los incendios forestales de Yellowstone cuando el fuego fuera debido a un rayo.

Más tarde o más temprano llegarán a nuestro país estas filosofías de los grupos ecologistas antisistema como: Extinction Rebellion, ya presente en España[36], Plan B Earth, Climate Strike o Harte First, esta última fundada por David Foreman, antiguo jefe de los grupos de presión de la Wilderness Society, y que se dedica a abanderar desde la prohibición de la tala de árboles hasta el vandalismo contra la maquinaria de construcción de carreteras y el hundimiento de pistas de aterrizaje rurales. Los políticos y gestores deben seguir muy de cerca la presencia de estos grupos y sus programas, de hecho su filosofía ya está impregnando a la sociedad sin que nos demos cuenta, baste ver la carga de profundidad de la pregunta que le hizo el periodista del diario digital “Elagoradiario” al presidente de la Sociedad Española de Ciencias Forestales: ¿Esta visión negativa que solemos tener sobre talar árboles o extraer corcho no necesariamente se corresponde con el bienestar del bosque?[37]

 

[1]https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/impactos-vulnerabilidad-y-adaptacion/plan-nacional-adaptacion-cambio-climatico/default.aspx:

[2]https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/participacion-publica/PNACC.aspx

[3]Adecuar los bosques al cambio climático. FAO 2009

[4]Asier Herrero. Impactos, vulnerabilidad y adaptación al Cambio Climático en los bosques ibéricos. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente 2017

[5]La mayor parte de los investigadores cuando hablan de decaimientos o mortalidades de pinares se refieren a masas en el límite altitudinal inferior de su área de distribución. Candel-Pérez D, Lucas-Borja ME, Linares JC (2012). Previsiones de crecimiento en poblaciones de pino laricio (Pinus nigra Arn. ssp. salzmannii) bajo diferentes escenarios futuros de cambio climático. Ecosistemas 21:41-49

[6]https://www.lavanguardia.com/local/maresme/20180402/442138011643/maresme-bosques-extincion-matorrales-pinares-tomicus.html

[7]Unravelling_the_associations_between_climate_soil_properties_and_forest_management_in_Pinus_pinaster_decline_in_the_Iberian_Peninsula.  Cristina Prieto-Recio, Jorge Martín-García, Felipe Bravo, Julio J. Diez. l Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible (IUGFS). 2016

[8]http://www.murciaconfidencial.com/2016/03/ciudadanos-propone-un-plan-para-frenar.html

[9]Valladares Fernando y otros. Estés Hidrico: ecofisiología y escalas de sequía. Ecología del Monte Mediterráneo en en un mundo cambiante. Madrid 2004, pag 163 y ss.

[10]Linares, J.C., Camarero, J.J., Carreira, J.A. 2009. Interacting effects of changes in climate and forest cover on mortality and growth of the southernmost European fir forests. Glob. Ecol. Biogeogr. 18: 485–497

[11]Por poner un ejemplo, el 65% de los bosques del Maresme están en manos de unos 5.400 propietarios particulares

[12]Si los productos obtenidos por las cortas intermedias no financian los trabajos difícilmente tendrán garantizada una continuidad presupuestaria, es más el escaso presupuesto ira destinado a tratamientos preventivos ya que los incendios forestales si tienen una fuerte componente mediática y pueden utilizarse como arma política.

[13]Ya decía Bolaños que el gran drama forestal es que cuando se consigue lo que se quería de una masa forestal tras muchos años de gestión ya no interesa. Y es que la escasa flexibilidad y lentitud de nuestros montes es difícilmente compatible con los vertiginosos cambios de la sociedad y sus demandas y mucho menos con la prontitud de resultados que necesita la política.

[14]Los principales grupos ecologistas alemanes, por ejemplo, luchaban principalmente por ríos más limpios, políticas de transportes sostenible, abandono de la energía nuclear, erradicación de la cría masiva de ganado,  tecnologías mas sostenibles, uso de productos no contaminantes, contaminación de los mares o transporte de residuos tóxicos  https://www.deutschland.de/es/topic/medio-ambiente/tierra-clima/organizaciones-medioambientales

[15]En 1969 la policía mató a dos individuos que se menifestaban contra la contaminación del aire en la ciudad vasca de Erandio.

[16]Environmental Change and Protest in Franco’s Spain, 1939–1975. Sarah R. Hamilton, Universidad de Auburn. https://www.academia.edu/31924491/Environmental_Change_and_Protest_in_Franco_s_Spain_1939_1975?email_work_card=thumbnail

[17]Valverde, J. A. (1975). Doñana y las marismas del Guadalquivir: su rescate y sus problemas presentes y futuros. En: Bernís, F., Fernández Cruz, M., Maluquer, S. y Sáez Royuela, R. (eds.). Ornitología y conservación de la naturaleza hoy. Homenaje al Dr. José A. Valverde Gómez. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

[18]Camprubí, L. (2016). La Naturaleza no existe: conservacionismos y relaciones internacionales en Doñana. Arbor, 192 (781): a344. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2016.781n5002

[19]Para una mejor comprensión de lo que significó Félix véase: Activismo medio ambiental en la época tardofranquista. http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/2150/2873

[20]Benigno Varillas. Comunicación y medio ambiente: el poder creciente de la información medioambiental.Aula de Verano 2007. Programa de Formación Ambiental del Organismo Autónomo Parques Nacionales. Valsaín 2007

[21]Jose Luís Ramos Gorostiza. Gestión ambiental y política de conservación de la naturaleza en la España de Franco. Revista de Historia Industrial N.º 32. Año XV. 2006

[22]En el documento de trabajo del ICONA presentado a la XVI Asamblea General de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza celebrada en Madrid en noviembre de 1984, al hacer una breve referencia a los primeros momentos del movimiento ecologista español, se definía a éste como “movimiento anti-sistema de protesta”, que reunía “en sus filas a personas de muy diferente procedencia ideológica que sólo tenían en común una insatisfacción coincidente

[23]Ver nota 16

[24]Teodoro Marañon. El bosque mediterráneo. https://www.academia.edu/39894438/El_bosque_mediterráneo

[25]http://www.investigo.biblioteca.uvigo.es/xmlui/handle/11093/329. La mala prensa del eucalipto Alonso Boo, José Miguel. En otro momento dijo que «El eucalipto es un árbol de derechas porque sólo produce beneficios al empresario» Diario Ideal de Granada 14 de enero de 2007

[26]Sería prolijo poner todos los artículos escritos contra el eucalipto, pero me referiré a los dos últimamente publicados: Un estudio de Medio Ambiente concluye que las plantaciones de eucalipto tienen un impacto ecológico negativo https://cadenaser.com/emisora/2020/07/30/radio_bilbao/1596119611_211437.html. ¿Qué papel juega el eucalipto en el medio ambiente? https://www.ambientum.com/ambientum/biodiversidad/papel-eucalipto-medio-ambiente.asp 5 agosto 2020.

[27]https://www.youtube.com/watch?v=MBt_cl5hgBU. Algunos de los terrenos a que se refiere el vídeo son en la actualidad plantaciones de cítricos…pero no hay ningún vídeo que denuncie las terrazas que se han construido para estos cultivos

[28]https://www.ecologistasenaccion.org/15226/repoblaciones-con-pinos-y-eucaliptos-favorecen-los-grandes-incendios/

[29]https://theconversation.com/la-mala-prensa-de-los-pinares-en-espana-un-mito-del-ideario-social-116762

[30]“Cuando el objeto de la plantación de árboles es la producción de madera o de pasta para papel, como en el caso de eucaliptares, pinares y choperas, la confusión es mayor; a veces, de una forma interesada se ha denominado repoblación forestal a la sustitución del bosque autóctono por estos cultivos árboreos industriales. Por tanto, un requisito para el uso del término bosque debe ser que las especies de árboles sean autóctonas y tengan una regeneración natural. Los bosques de coníferas (no confundir con las plantaciones madereras de pinos) tienen notables ejemplos andaluces,como los pinsapares de Ronda, los pinares de pino laricio de Cazorla o los pinares costeros. Estos bosques son inequívocamente mediterráneos” Ver nota 24

[31]“Es verdad que si queremos adaptar estos bosques al cambio climático es importante partir con las especies autóctonas que llevan acostumbradas al clima desde milenios y no introducir unas extranjeras”. La frase en si tiene una carga de profundidad intencionada ya que da a entender que se están introduciendo especies “extranjeras” para luchar contra el cambio climático, lo cual no es cierto en absoluto. Joaquín Araujo. El círculo letal del cambio climático en los bosques. Diario El país 21 julio de 2020

[32]Artículo 187 e) del Decreto 122/1994, de 31 de mayo, por el que se aprueba el primer Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Sierra de Baza

[33]Decreto 101/2004, de 9 de marzo, por el que se aprueban el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Sierra de Baza. Pag 9.813: la prioridad, en el marco de los objetivos de protección y conservación en los montes públicos de los espacios naturales, no está dirigida a la obtención de beneficios económicos

[34]http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/site/portalweb/menuitem.7e1cf46ddf59bb227a9ebe205510e1ca/?vgnextoid=0dd91e5bf492f010VgnVCM1000000624e50aRCRD&vgnextchannel=2566545f021f4310VgnVCM1000001325e50aRCRD&lr=lang_es

[35]https://baza.ideal.es/baza/junta-pretende-cambiar-20190709232747-nt.html

[36]http://www.extinctionrebellion.es/portal/

[37]https://www.elagoradiario.com/entrevistas/si-nos-sentamos-a-mirar-el-monte-mediterraneo-sin-gestionarlo-se-acabara-quemando/

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3 comentarios

  1. Pablo Rubio Torres

    Una exposición magistral. Muy interesante y bien hilado todo.

  2. Jonatan Ruiz Brito

    Efectivamente, es un sinsentido que se asocie la gestión forestal o que esta se vea afectada por ideas o corrientes políticas, pero el problema es quizás, que los gestores forestales han estado tan metidos en la propia gestión, entre otras cosas porque la cuestión lo requiere, hay que tener en cuenta multitud de factores que afectan o pueden verse afectados por la gestión forestal y hay que garantizar la continuidad de la masa y al mismo tiempo potenciar todos los usos posibles y generar beneficios, directos o indirectos que redunden en una mejora de la población de la zona que alberga a la masa forestal. Es realmente complicado.
    Pero pensando en todos estos «ingredientes «, se ha olvidado el principal, «la mano del cocinero», que es la que dirige todo, en este caso es la política y las directrices que emana de ella y que finalmente cala en la sociedad y se ve reflejada en la normativa que condiciona dicha política forestal. Los gestores forestales tendrían que haberle dado más importancia a esta cuestión y haber luchado por convertirse en parte indiscutible de cualquier comité de índole forestal o ambiental, incrementando el peso técnico y de la experiencia profesional en todos estos foros que posteriormente limitarán o condicionarán la propia gestión forestal

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