El objetivo de esta publicación que muy pronto verá la luz es el de presentar la realidad del sector forestal desde una perspectiva económica, analizando las características de los diferentes componentes o subsectores que lo forman, así como de los cambios que se han producido en los últimos 15 años. Se han tratado de analizar la mayoría de los productos y agentes que intervienen a lo largo de toda la cadena de valor del monte, pero debido a la gran heterogeneidad de la producción forestal en España es muy difícil lograr incluir la totalidad de la misma y, mucho menos, incluir el conjunto de servicios ambientales proporcionados por los montes. No obstante, entendemos que se ha cubierto la parte más significativa de los bienes comercializados.
El periodo elegido, 2000-2015, ha permitido desarrollar un análisis de las diferentes etapas del ciclo económico:
1ª etapa: 2000-2008, se corresponde con una fase expansiva de la economía.
2ª etapa: 2009-2013, se corresponde con una fuerte recesión económica.
3ª etapa: 2014-2015, se corresponde con una fase de recuperación económica.
Estas etapas han propiciado transformaciones muy significativas del sistema productivo forestal, que se ha analizado en los diferentes capítulos de la obra.
El libro presenta un contenido y formato original, ya que aunque existen diversas publicaciones sobre diferentes aspectos de la Economía Forestal en España, nunca se ha tratado como un análisis sectorial de la Estructura Económica, lo que, además, consideramos que constituía una asignatura pendiente.
Los autores coinciden en que todos los recursos analizados tienen, en la actualidad, un aprovechamiento por debajo de su potencial, hecho por otra parte previsible dado que cada vez tenemos más superficie forestal. En definitiva, nuestros montes pueden aportarnos mucho más de lo que hoy lo hacen.
La importancia económica y social
La economía y el empleo dependientes del sector forestal, son fundamentales para el desarrollo rural en muchas zonas de España con escasas oportunidades económicas, así como su industria de transformación. La ausencia de análisis económicos y sociales de conjunto sobre el sector forestal ha llevado, tradicionalmente, a presentar una imagen del valor de la producción forestal muy inferior al real. La complejidad intrínseca a los productos y a las industrias o colectivos que los aprovechan, unido a la dificultad de recabar información en un Estado con las competencias tan descentralizadas, obligan a un esfuerzo por parte de todos para saber realmente qué producen nuestros montes.
La gestión forestal ayuda a fijar población creando riqueza y empleo –habría que insistir en que más allá del sector turístico–, pone en el mercado productos naturales renovables, además, por supuesto, de mitigar el cambio climático, albergar las más elevadas cotas de biodiversidad, retener suelos o purificar el aire y el agua. Estos últimos enmascaran a los primeros haciéndoles un flaco favor pues los segundos, que se ofrecen gratis, ni alientan la puesta en valor de los primeros ni compensan a los propietarios. Y como resultado de este estéril debate acerca de cuáles importan más, lo forestal sigue siendo un sector marginal.
El volumen de facturación final del sector forestal puede estimarse en aproximadamente 20.000M€ (2016), con 130.000 empleados en la industria de primera y segunda transformación y con más 80.000 empleos en los montes; todo ello, sin incluir a una cifra indeterminada de propietarios forestales, pero muy superior al millón de personas. Muchos de los capítulos reflejan el colapso que supuso la crisis del 2008 para los productos forestales; la bajada de la demanda hundió los precios. Así se aprecia en los numerosos gráficos donde se ve cómo se desploman los valores de facturación. Es verdad que todos los sectores del país acusaron la crisis, pero para el forestal supuso un shock especial pues ya partía de índices de eficacia muy por debajo de sus posibilidades. Y lo que es más preocupante, numerosas empresas cerraron y será difícil que vuelvan. Aún hoy no se han recuperado los valores precrisis.
El análisis realizado en el libro abarca los sectores más importantes, que por sencillez de la exposición se han clasificado en dos grandes categorías:
Madera y productos maderables
Constituye el sector principal en términos económicos y de empleo, si bien presenta una gran heterogeneidad, con subsectores muy competitivos y subsectores en proceso de reconversión o necesitados de ella. Por grupos podemos establecer:
- Madera de sierra: la crisis del sector de la construcción ha marcado su evolución, con una primera época expansiva en cifras de negocio pero sin acometer, en general, las reformas estructurales que necesitaba para poder modernizarse. Tras la crisis se ha reducido el número de aserraderos y la cantidad de madera aserrada producida en España y se ha aumentado la dependencia de la industria de envase y embalaje frente a la de carpintería de calidad. Además, durante todo el periodo no se ha logrado hacer frente a la competitividad de las importaciones. La perspectiva en Europa es la de una mayor especialización y valor añadido del producto. Ante ello, la industria española debe establecer una estrategia competitiva que permita alcanzar capacidades mayores para exportar a Europa o a otros países y no solo fabricar madera aserrada sino productos elaborados y de mayor valor añadido.
- Tableros y chapa: aunque el balance en España ha sido diferente según los tipos de tablero, la crisis de la construcción ha implicado descensos globales de fabricación en el periodo 2000-2015 en la mayoría de los casos y disminución del empleo. La excepción es el tablero destinado a envase y embalaje que mantiene sus cifras. Las empresas grandes y con vocación exportadora han superado la crisis en mejores condiciones que las pequeñas. En los últimos años se ha producido una ligera mejoría con un incremento de las ventas y el comercio a corto plazo en el mercado nacional.
- Pasta y papel: el sector ha superado la crisis retomando las cifras de facturación anteriores y presenta en la actualidad un carácter competitivo comparable al de las demás empresas europeas. La fabricación de pasta de fibra virgen ha disminuido en el periodo analizado. Más de la mitad de la producción española es pasta de fibra corta con fuerte dependencia de la exportación. La demanda de madera en rollo es fundamentalmente eucalipto, que se mantiene estable, y en menor medida coníferas, con tendencia decreciente. La integración del sector es insuficiente. El papel ha aumentado su producción en el periodo analizado y ha mantenido su consumo. Fundamentalmente se fabrica con material reciclado, cuya recogida y uso es claramente dominante. Los principales retos son incorporarse a la economía circular, ser reconocido en cuanto a importancia socioeconómica por la administración y la sociedad y solucionar las incertidumbres que rodean la cogeneración.
- Biomasa forestal: debido a la bajada de los precios del petróleo y a las nuevas regulaciones en el sector de las energías renovables, se ha paralizado su desarrollo, principalmente en la producción de energía eléctrica, aunque en el caso de la producción térmica mantiene un crecimiento constante. Dada la gran potencialidad del sector de la madera y leña en España, en que las extracciones no alcanzan el 40% del crecimiento, y su potencial en la nueva bioeconomía, el futuro parece claro y favorable, aunque exige una decidida voluntad política y un marco estable.
Productos no maderables
La disparidad entre los distintos productos no permite establecer comparaciones entre ellos. En general se trata de producciones regionales o incluso locales, de enorme importancia para la conservación de muchas áreas rurales, pero que requieren de políticas específicas para cada uno de ellos.
- Corcho: la producción presenta fuertes oscilaciones pero la tendencia es al descenso en las últimas décadas. También es importante destacar la pérdida de calidad y la disminución de los precios en el periodo 2000-2015; como resultado tenemos la desaparición de empresas en el sector y la concentración del mercado en dos grandes grupos: Amorim (Portugal) y Diam (Francia). En un futuro próximo la producción en España debe aumentar como consecuencia de las repoblaciones realizadas con el apoyo de la PAC; además en un mercado que no presenta problemas para absorber el incremento de oferta.
- Resina: más del 80% de la producción en España se concentra en Castilla y León, además ha crecido exponencialmente durante los últimos años, desde las apenas 2.000 t del año 2010 hasta las más de 12.000 t del año 2016. La disminución de las exportaciones de China y la subida de precios para el productor son las causas principales de este cambio de tendencia. Por otra parte, el déficit de materia prima y de derivados es muy importante en la UE, por lo que existe un amplio margen para ampliar su desarrollo a nuevas áreas de resinación. Grandes empresas portuguesas y brasileñas han entrado en el mercado español durante los últimos años.
- Frutos forestales:
o Piñón: la producción ha descendido notablemente en los últimos años, como consecuencia de las enfermedades (“leptoglossus”) que, actualmente, son el limitante más importante para este sector y lo que ha provocado la desaparición de la empresa más importante, trasladando a Italia el control de los mercados internacionales del producto. El sector empresarial se concentra en la provincia de Valladolid y en menor medida en las provincias de Huelva y Córdoba.
o Castaña: se encuentra afectada la producción por las enfermedades (chancro, tinta y más recientemente la “avispilla”). La producción y las principales empresas transformadoras se concentran en Galicia (Lugo y Orense) y León, aunque también existen núcleos significativos en Extremadura y Andalucía. El minifundismo de las explotaciones es el mayor problema del sector. La demanda del producto es creciente y el precio del mercado es estable.
o Bellota: es el fruto más abundante y repartido geográficamente de los montes españoles dada la importante superficie ocupada por distintos tipos de quercíneas. Además del relevante papel en la producción extensiva de porcino ibérico, también cumple un importante papel en la alimentación de otras especies de ganadería extensiva, así como para la fauna silvestre. Actualmente, la oferta de bellota es insuficiente para la demanda de montanera, pero el margen de crecimiento es reducido por la longevidad de las masas forestales. - Pastos forestales: la crisis de la ganadería extensiva en España está provocando la reducción de su aprovechamiento en muchas zonas y el descenso de las superficies. La reducción de los precios percibidos por los ganaderos hacen inviables a muchas explotaciones que van desapareciendo o se van orientando hacia la producción intensiva.
- Pesca fluvial: en España existe una elevada disponibilidad de recursos piscícolas y una actividad económica asociada muy importante, pero no se ha aplicado una política de fomento de este sector.
- Caza: el incremento de la superficie forestal y el abandono rural ha llevado a que la caza mayor haya crecido notablemente en las últimas décadas, hasta el punto de que se hace necesaria una política de control de las especies cinegéticas más intensa que la actual por problemas de capacidad del medio natural para sostener las poblaciones. Sin embargo, la caza menor se ha reducido por el aumento de los predadores (caza mayor) y por la desaparición de sus ecosistemas agrícolas tradicionales y se mantiene mediante las sueltas artificiales. La economía asociada a este sector, principalmente en servicios externos, es muy importante para la conservación del entorno rural.
- Hongos y trufas: el sector de la micología ha crecido notablemente y tiene un gran potencial para seguir haciéndolo si se regula su aprovechamiento. La facturación estimada del sector de los hongos asciende a 200 M€ anuales, aunque la cantidad real será superior, ya que no existen canales trasparentes de comercialización y además hay un alto porcentaje de autoconsumo y de consumo local. En cuanto a las trufas, la producción silvestre es actualmente muy pequeña y lo que se ha desarrollado exponencialmente es el cultivo de trufas, la superficie se ha duplicado y se concentra en algunas comarcas del Sistema Ibérico.
La importancia territorial
La superficie forestal en España ocupa el 56% de la superficie total, aproximadamente 27,6 Mha frente a las 17,4 Mha de cultivos agrícolas. Esta superficie aumenta a una media de 180.000 ha anuales como consecuencia de dos factores: las repoblaciones forestales efectuadas desde la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX y el abandono, desde los años 60 del siglo XX, del medio rural y de la actividad agrícola y ganadera. Junto con la superficie forestal, también se incrementa el número de árboles y las existencias, cada año el volumen de madera en los bosques españoles aumenta a una media de 13-17 Mm3. Los terrenos forestales, además, representan la mayor parte del territorio protegido en España: el 40% de la superficie forestal se encuentra protegida e incluida en la Red Natura 2000, lo que en cifras representa 11,2 Mha, de un total de 15,3 Mha que forman la Red.
En resumen, la mayoría de la superficie española es terreno forestal, dispone de un alto grado de protección y año tras año se incrementa en ella el recurso natural, tanto en superficie como en existencias.
La importancia medioambiental
La importancia social y el valor económico de las externalidades forestales han experimentado un auge en las últimas décadas, hasta el punto de desplazar, en muchas zonas de España, a las producciones directas de los montes. Los valores económicos, de carácter recreativo y ambiental de los bosques en España superan al valor de los bienes directos generados, según datos del III Inventario Forestal Nacional.
El suministro de recursos hídricos y la captura de carbono representan rentas anuales superiores a las producidas por la madera y otros usos tradicionales. El valor económico del suministro y conservación de los recursos hídricos o el valor de la captura de carbono, son muy superiores al valor económico de los usos tradicionales.
La política ambiental en España ha ido progresando en la limitación de los usos de los espacios forestales y condicionando los aprovechamientos tradicionales forestales, con una orientación hacia las demandas sociales urbanas pero sin valorar las consecuencias, en términos de desarrollo socio económico, que para el medio rural tienen esas limitaciones. Además del efecto negativo que la disminución de los aprovechamientos tradicionales tiene en la evolución ecológica de las masas.
El impacto social y de desarrollo en el medio rural
La crisis que afecta al medio rural está provocando una constante despoblación y envejecimiento demográfico desde mediados del pasado siglo XX. El éxodo rural ha supuesto la emigración de más de 6 millones de personas desde el campo a la ciudad o al extranjero. Este cambio de modelo ha afectado con especial virulencia a las áreas de montaña, la mayoría terrenos forestales. La conservación de la actividad forestal existente y su fomento en el marco de un modelo de bioeconomía, ya que existe un gran potencial para el crecimiento del uso de recursos forestales, sería una de las políticas más eficaces para el desarrollo rural de estas zonas.
Otro problema asociado es el rechazo de la sociedad hacia el aprovechamiento en el monte de algunos de sus recursos (caza, madera, pesca, eucalipto,…), en particular si implica la “muerte” del árbol o del animal o se ven involucradas especies no autóctonas. La educación ambiental de las últimas décadas no ha podido ser más nociva. Llena de buenas intenciones, solo ha conseguido que la sociedad urbana viva de espaldas a la naturaleza y, sorprendentemente, denigre que se aprovechen muchos de los productos naturales que ofrecen nuestros montes pese a que los utilizan a diario.
La gestión forestal ha sido un ejemplo de modelo bioeconómico en España desde hace doscientos años. Actualmente se plantea el reto de integrarla en un nuevo modelo de Economía Circular, en el cual, además de que los bosques forman parte de la misma conceptualmente, también lo hacen desde aspectos concretos:
- Construcción: uso de madera y corcho en lugar de acero, aluminio y hormigón.
- Textil: sustitución de fibras sintéticas por fibras de origen vegetal.
- Biorrefinerías: uso de biodiesel y de resinas naturales en sustitución de petróleo.
- Contribución a frenar el cambio climático (los bosques absorben el 8% de las emisiones de carbono en España), la gestión y conservación de los recursos hídricos, el desarrollo rural, la reducción de incendios forestales y el fomento de la ganadería extensiva.
La importancia del sector forestal, desde los diferentes aspectos que se han descrito en esta publicación, requiere la necesidad de respuestas y soluciones para solventar el equilibrio entre una demanda social urbana de externalidades de los montes, y una demanda económica de la población rural para aprovechar un recurso natural renovable que genera riqueza y empleo. Resulta evidente la necesidad de articular una política forestal de mejora e incremento del aprovechamiento infrautilizado. Esta evidencia ha sido recogida en la Estrategia Española de Bioeconomía (2016), que para maximizar el uso de la materia orgánica renovable disponible plantea aumentar el uso de la madera, la bioenergía y los biomateriales y resalta su efecto favorable en la creación de empleo el crecimiento económico. Nuestros bosques son la principal infraestructura biológica del planeta, son el mayor sumidero de carbono terrestre y la principal fuente terrestre de oxígeno, agua y biodiversidad. En definitiva, nuestros bosques juegan un papel clave para asegurar la resiliencia de nuestro capital natural a escala local y global. Solo aprovechándolos aseguraremos de forma sostenible su futuro.
Y por encima de todo, es imprescindible una educación ambiental sensata que apele a la razón y no al corazón para lo que será necesario revisar muchos de los libros de texto con los que se forman nuestros escolares, hoy llenos de opiniones y simplificaciones, cuando no imprecisiones.
Los coordinadores de la publicación, Sigfredo F. Ortuño Pérez y Víctor González González de Linares