Rocío Hurtado: “Nací un 22 de diciembre, el primer día de invierno. Dedicarme a la nieve era mi destino”

© Rocío Hurtado Roa

12 citas con la montaña – febrero

Rocío Hurtado Roa es Ingeniera de Montes y Nivóloga. Es la Coordinadora del Centro A Lurte de la Estación de Canfranc (Huesca), con sede en la “Casa de los Ingenieros”. Desde 2013 A Lurte, como su nombre indica (lurte: alud), se dedica al estudio de la nieve y los aludes.

“Nací un 22 de diciembre, el primer día de invierno, por lo que dedicarme a la nieve era mi destino”, explica a modo de presentación. Nacida en León, enseguida se trasladó a vivir a Madrid, donde cursó ingeniería de Montes. Después hizo cursos específicos en nieve y aludes España, Italia, Suiza, Francia, Canadá.

Durante los últimos años ha trabajado en la toma de datos de nieve y redacción de boletines de peligro local y puntual en el Pirineo Aragonés, así como en la redacción de Planes de Intervención para el Desencadenamiento de Avalanchas (PIDA) para estaciones de esquí, y cálculo de obras y medidas de mitigación del riesgo de avalancha. Acumula más de 10 años de experiencia trabajando en el mundo de la consultoría y de los riegos naturales.

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¿Qué significa para ti la montaña? – Creo que no hay palabras para describir lo que la montaña supone para mí. La montaña es parte de mí. Como montañera (practicante de deportes en montaña) y como montañesa (nacida en la montaña de León y habitante de las montañas pirenaicas), necesito el verde, el aire fresco, el cielo azul y las tormentas, el frío helador por las mañanas…. Necesito ver el relieve abrupto. Me siento feliz sentada en una cima, mirando el horizonte y repasando mentalmente el nombre de los picos. La montaña es mi lugar de relax, mi terapia contra el estrés, mi refugio para pensar. Y al mismo tiempo es mi lugar de trabajo, mi oficina, y el lugar para desarrollarme profesionalmente. Da igual que viaje por el mundo, que vaya a Canadá, a los Alpes…. Que aterrice en otra cultura, en otra lengua, en otras costumbres…. Si hay montaña, es como estar en casa. Me siento en casa. Y algo me une a las demás gentes de montaña allá donde voy en cualquier parte del mundo. Supongo que tenemos un “puntito raro” en común… ¿Será la falta de oxígeno?

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¿Por qué te formaste como ingeniera de montes? – Siempre tuve claro que quería hacer una ingeniería. Tenía en mente varias, pero no me decidía por ninguna. Aeronáutico me sonaba demasiado espacial; Industriales a mucha energía y transformador; Minas no me acababa de convencer; Caminos parecía una opción viable pero larga…. Hasta que, en el último momento, pocos días antes de echar la solicitud, se cruzaron por mi camino las palabras “Ingeniería de Montes” y me pareció la solución perfecta. Me encantaba la montaña, me sonaba a bosque, a verde, a animales, a naturaleza, y tenía la palabra “ingeniería” delante. Así que no me lo pensé. Creo que ni siquiera leí las asignaturas de la carrera antes de rellenar la solicitud…. ¡Y al final resultó ser tan larga como caminos!

¿Y por qué elegiste lo que ahora haces? – Porque no sé qué tiene la nieve que me fascina, me apasiona y me sorprende cada día. Quizás porque la nieve nunca está igual, porque cada día es diferente, porque hace que tengas que exprimir tu cerebro al máximo tratando de entender qué pasa. La otra parte del trabajo, la que tiene que ver con el estudio y cálculo de obras de mitigación, también me gusta, ya que tiene más relación con la “ingeniería” que fue siempre la motivación principal a la hora de estudiar.

En general, las mujeres somos minoría en las ingenierías… – Me dedico claramente a una profesión minoritaria, y en la que las mujeres suponemos un porcentaje ridículo. Pero no por ello voy a dejar de hacer lo que me apasiona. A veces es duro, pero también he encontrado gente estupenda que me ha ayudado y apoyado, independientemente de mi sexo. Creo que una vez se demuestra que eres válida en tu trabajo, eso es lo único que importa.

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¿Cómo llegaste a A Lurte? – Me esforcé mucho los 6 años de carrera para ir a curso por año. Mi intención era ir de Erasmus durante un año para ver qué opciones había fuera de España. Al acabar, con el Proyecto Fin de Carrera pendiente, fui a Padova (Italia). Allí estuve trabajando casi un año en un estudio de ingeniería en montaña que se dedicaba a obras y estudio de nieve y avalanchas. Mientras mis compañeros Erasmus iban de fiesta en fiesta, yo me dediqué a aprender el idioma y a tratar de entender cómo funciona la nieve desde un punto de vista técnico.

Al volver a España me dijeron que una empresa de Huesca se dedicaba, en parte, a hacer estudios de nieve…. Así que allí me fui decidida, y sin saber si necesitaban gente. Tuve suerte (o no les di mucha opción) y me quedé. Durante casi 8 años estuve trabajando en el campo de la Consultoría de Riesgos Naturales e ingeniería en Montaña. Aprendí muchísimo. Cada cambio de proyecto era algo nuevo. Cada estudio siempre tenía un matiz diferente. Pero la fascinación por la nieve seguía ahí, y en cuanto podía, trataba de seguir formándome a través de cursos en el extranjero: Italia, Francia, Austria, Canadá. Finalmente surgió la oportunidad de trabajar 100% en el campo de la nieve y, tras dudar un poco (siempre dan miedo los cambios), me decidí a dar el paso.

¿Cómo surge A Lurte, de quién es la idea de ponerlo en marcha? – A LURTE surge como una iniciativa conjunta del Ayuntamiento de Canfranc y otros ingenieros de Montes (como Santiago Fábregas). Después de años analizando los riesgos naturales en la provincia de Huesca, éramos conscientes de que en el Pirineo hay una serie de carencias, como la falta de normativa específica respecto a peligros naturales, la falta de un centro o lugar donde se recojan los diferentes eventos, la existencia de un lugar de referencia para la formación y la difusión, y la absoluta falta de una cultura de la prevención. Con estos puntos de partida y el conocimiento de varios centros en los Alpes dedicados al estudio de los peligros naturales, se propuso al Ayuntamiento de Canfranc rehabilitar la antigua “Casa de los Ingenieros” como centro de estudio de riesgos naturales. No sólo por la importancia de las labores de protección contra aludes, inundaciones y caída de bloques que en la época estuvieron realizándose en el entorno de Canfranc “Los Arañones”, sino porque la actual situación del Valle del Aragón en cuanto al turismo, el urbanismo y los peligros naturales indicaban que era un lugar óptimo para llevar a cabo un proyecto de ese tipo. Posteriormente otras Administraciones, como la Comarca de la Jacetania, o la Diputación de Huesca, se han unido al proyecto.

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¿Puedes hacer un balance de estos 5 años? – Empezar nunca es fácil, y menos aún algo totalmente desconocido y pionero en la zona. Convencer a las administraciones locales, a la gente del lugar, de que A LURTE es un proyecto que beneficia a todos, que no es sólo dos personas que van a esquiar y escriben un informe, sino que tiene una base técnica compleja, no ha sido fácil. Sin embargo, poco a poco, y sobre todo con el trabajo duro, la fuerte convicción de que es útil para la Comarca, el rigor científico y técnico con que hacemos nuestro trabajo diario, hemos ido convenciendo y pasando a nuestro bando a los que antes eran escépticos. Un centro dedicado al estudio de la nieve beneficia a toda la Comarca. Proporciona información actualizada sobre el estado de la nieve, las zonas de peligro, el estudio de eventos, la recogida sistemática de datos, los cursos de formación… Todo esto contribuye a que tengamos una mayor afluencia de usuarios, tanto aficionados como profesionales en la zona, y a que el nombre de Canfranc y la provincia de Huesca sean un referente en el estudio de la nieve a nivel nacional e internacional.

¿Cuántos sois? – Aunque el trabajo técnico del día a día lo realizamos principalmente dos personas, tenemos el apoyo de una guía turística, que realiza las visitas guiadas en el centro, y Pablo Huelin, también Ingeniero de Montes, que nos ayuda con los aspectos de investigación y cartografía. Y después de 5 años trabajando, hemos ido poco a poco convenciendo a la gente de la zona, y ahora mismo contamos con un grupo de casi 60 observadores voluntarios que a través de redes sociales, whatsapp y correo electrónico, nos mandan sus observaciones. Estas observaciones pueden ser simplemente fotos de aludes, o indicaciones del estado de la nieve, de la meteorología… Pero tener 60 pares de ojos mandando información es algo que nos facilita muchísimo la labor y estamos muy muy agradecidos por toda la información que nos envían cada día.

¿Cuáles son los problemas más frecuentes a los que os enfrentáis? – Actualmente nos enfrentamos a 2 grandes problemas. En primer lugar, la falta de financiación. Es difícil llevar a cabo un trabajo de investigación y estudio con pocos recursos, no sólo económicos, sino también materiales. Si nos comparamos con otros centros fuera de España, sus medios y recursos nos superan en una cantidad de 10 a 1. Cuentan con estaciones meteorológicas automáticas, tienen a su disposición medios (como vuelos en helicóptero, el material duro tipo esquís, mochilas, botas, ropa), personal para el tratamiento de datos, etc. Y en segundo lugar, la falta reconocimiento de la profesión. El hecho de que la profesión de nivólogo o predictor no esté reconocida dentro del catálogo de cualificaciones profesionales hace que muchas veces no seamos tenidos en cuenta como profesionales que desarrollan un trabajo técnico, sino como “espabilados” a los que les gusta esquiar y han encontrado el modo de salir a la nieve todos los días. La realidad es muy diferente, ya que nosotros tenemos los esquís puestos en los pies todos los días, pero esquiamos poco. Al no tener un reconocimiento oficial, cualquier puede erigirse como “nivólogo” y considerarse capacitado para redactar un boletín de peligro de aludes o realizar un estudio de peligrosidad por avalancha. A pesar del currículo y la experiencia que se pueda demostrar, en muchos casos es la oferta más económica la que gana el concurso, ya que la parte técnica, en estas condiciones, es difícilmente puntuable.

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¿La gente es imprudente cuando sale a la montaña a disfrutar de la nieve? – Mucho. Todos consideramos la montaña como un lugar de esparcimiento, de desarrollo de nuestras libertades como individuos. Si embargo, tenemos más asumido que la montaña en verano es peligrosa; olvidando que en invierno también lo es.  Cualquier que tenga un mínimo de forma física, es capaz de ponerse unas raquetas debajo de los pies y echar a caminar por el monte. Parece que mientras el cielo esté azul y el sol brille, nada nos puede pasar. Sin embargo, podemos tener un grave problema debajo de nosotros. No sólo por las avalanchas, sino porque en montaña invernal, cualquier pequeño problema puede convertirse en un problema enorme. La falta de horas de luz puede jugar en nuestra contra a la hora de realizar una actividad demasiado larga o de perdernos; las bajas temperaturas hacen que rápidamente entremos en hipotermia, las condiciones meteorológicas cambiantes y/o extremas pueden dificultar la llegada de los equipos profesionales de rescate. Todas etas variables debemos tenerlas en cuenta a la hora de hacer actividad en montaña invernal.

El trabajo fuerte lo realizáis en invierno, ¿cómo es? – La época invernal es “non stop”. Desde el 1 de diciembre hasta el 30 de abril (época invernal oficial según los estándares internacionales) nos dedicamos 100% al estudio y análisis del manto nivoso. Desde por la mañana consultamos las escasísimas estaciones automáticas para averiguar cómo ha evolucionado la meteorología durante la noche: si ha nevado, si ha llovido, qué cantidad, de dónde ha soplado el viento, si ha helado, si ha estado cubierto…. Todos esos parámetros nos van a dar información muy útil sobre el estado de la nieve. A medida que nos acercamos a la montaña (de Jaca a Canfranc tenemos unos 20 minutos) ya hay que poner la cabeza a trabajar. Lo primero es comprobar si lo que pensábamos que iba a ocurrir, ha sucedido de verdad o no. Ya en la oficina nos equipamos (esquís, botas, mochila y equipos de autorrescate) y nos desplazamos a la nieve con un objetivo previamente acordado, que cambia según el día, pero básicamente consiste en conseguir datos representativos del manto en nuestra zona de estudio (unos 120 Km cuadrados). Si la situación meteorológica es estable, resulta fácil elegir el lugar. Si por el contrario ha habido cambios, elegimos nuestro destino en función de la situación que consideramos más peligrosa, y es allí donde vamos. Necesitamos conocer de primera mano cómo está la nieve en las zonas de peligro, para poder verificar el tipo de avalancha que puede haber. Para ello nos desplazamos con esquís de montaña, y según el día podemos hacer entre 500 y 1500 m de desnivel. Posteriormente debemos realizar la predicción meteorológica, ya que el boletín de peligro de aludes se emite para las siguientes 24 horas. Es decir, en base a lo observado, y a la meteorología prevista, debemos hacer consideraciones para averiguar cómo va a evolucionar la nieve.

© Rocío Hurtado Roa

¿Y en verano? – Durante la época estival tratamos de buscar patrones de comportamiento que relacionen la meteorología y la nieve, para ir desarrollando modelos de predicción que empiecen a incluir algo de cálculo estadístico. También digitalizamos cartográficamente las observaciones de aludes (elaboración de un catastro). Se puede decir que nos dedicamos más al trabajo de investigación, a publicar algún artículo y a hacer todo el trabajo duro que nos es imposible con el día a día del invierno. No os podéis imaginar la cantidad de datos e información que podemos llegar a generar en un invierno. Todo eso hay que ponerlo en orden y digerirlo para entender qué es lo que pasa, cuál es el grado de precisión de nuestras previsiones, si hemos fallado por qué ha sido, etc, etc. ¡No se puede decir que los nivólogos no trabajamos en verano!

Impartís también cursos de formación. ¿Quiénes suelen ir? – Sí. Tenemos cursos a diferentes niveles; desde aficionados a profesionales. Cada vez contamos con más alumnos y eso nos anima a seguir. Nuestro público es muy variado, pero lo más frecuente es el usuario deportista de invierno, bien esquiador de pista que quiere hacer fuera de pista, bien esquiador de montaña que ha tenido algún susto. En cualquier caso, es gente que se da cuenta que la nieve tiene algo oscuro y peligroso, y quiere aprender a identificar en qué momentos debe tener especial atención y cómo evitar situaciones de peligro. Además, hacemos mucho trabajo con grupos de escolares, tanto del valle, como colegios que visitan la zona en semana blanca.

Acerca de Pilar Quijada Garaballú

Gabinete de Prensa COIM
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