Celebración del Día Internacional de los Bosques 2018 en Vitoria-Gasteiz

Constituye un especial honor poder celebrar hoy en Vitoria el Día Internacional de los Bosques.

El sistema de las Naciones Unidas estableció en 2012 esa celebración con el objetivo de visualizar y comunicar las innumerables aportaciones de los bosques a la Humanidad. En 2018 el tema escogido es “Bosques y Ciudades Sostenibles” y era difícil encontrar un lugar más apropiado en nuestro país que Euskadi y, concretamente, Vitoria-Gasteiz y el territorio foral de Álava. Debemos recordar que Euskadi es el territorio con mayor porcentaje de bosques (55%) seguido por Catalunya (52%), los dos territorios más desarrollados e industrializados de nuestro país.

También Euskadi destaca por ser el territorio con mayores existencias de madera o carbono por unidad de superficie (160 m3/ha). No quisiera olvidar el excepcional legado cultural que supone el euskera y su marcada impronta forestal y rural brillantemente analizada en su tesis doctoral recién publicada por Manuel Mª Ruiz Urrestarazu quien fue Director de Montes de la Diputación Foral de Álava y académico de Euskaltzaindia.

Las aportaciones de los bosques han ido parejas al desarrollo de nuestra sociedad y el avance del conocimiento y, sin lugar a dudas, identificaremos en el futuro nuevas, hoy desconocidas, sin que ello implique su irrelevancia con anterioridad a su identificación. Los bosques comenzaron siendo claves como fuente de alimentación para las poblaciones primitivas que al domesticar el fuego pudieron cocinar sus alimentos dando un salto cualitativo crucial tanto a nivel intelectual como nutricional y ampliando su espectro. Aún hoy, un tercio de la Humanidad cocina con leña y en muchas zonas forestales, la alimentación que ofrecen los bosques tiene considerable importancia cualitativa sea como fuente de proteínas, hidratos de carbono o vitaminas. Para las sociedades rurales los bosques han sido ininterrumpidamente también fuente de materias prima claves para todo tipo de utensilios y la construcción proviniendo el término madera precisamente del latín “materia”. El uso del fuego también permitió transformar por primera vez su entorno generando condiciones más propicias para sus principales presas de las que una parte acabaron domesticando para la ganadería. De los bosques procedieron también las semillas de las plantas que se domesticarían para la agricultura y las tierras a ella dedicadas. El agua necesaria para el riego en amplias zonas secas procedía obviamente de los macizos montañosos cuya cubierta forestal era clave para su calidad y regularidad.

© FAO Forestry

Con posterioridad y hasta bien entrado el siglo XIX fueron la fuente clave de materia prima para la construcción, la navegación, los medios de transporte (carretas, traviesas de tren, vagones, etc.) o la energía. Tendremos la ocasión más tarde de conocer de primera mano el fascinante proyecto de reconstrucción de la Nao de San Juan promovido por Albaola en Pasaia y que nos ha permitido conocer el circuito original de abastecimiento de la construcción naval donde además de la madera de roble y pino, la pez suministrada de los extensos pinares interiores resultaba estratégica como nos ilustrarán desde la Cabaña Real de Carreteros.

Las altas densidades de población alcanzadas en Europa a finales del siglo XVIII comportaron sobrepasar la capacidad de carga de nuestros sistemas forestales lo que generó grave carestías de madera a la vez de crecientes daños por erosión, dunas móviles e inundaciones. Ello facilitó el nacimiento de la ciencia forestal basada en el paradigma de la “Nachhaltigkeit” de Carlowitz que 274 años más tarde se convertiría en el germen del moderno principio de la sostenibilidad definido en el Informe “Nuestro futuro Común”, conocido por su autora principal, la exPrimera Ministra noruega Gro Harlem Bruntland y que marcó la Cumbre de Río de 1992. Los recién creados servicios forestales a partir del siglo XIX trabajaron denodadamente para reconstruir el patrimonio forestal depauperado y asegurar sosteniblemente las demandas materiales de los bosques teniendo en los países montañosos como el nuestro la restauración hidrológico-forestal un protagonismo central.

Con la revolución industrial se substituyó el uso energético y, en parte, en la construcción por materias primas y energías fósiles emergiendo el papel como pilar de sociedades cultas y universalmente educadas y fundamento de nuestro modelo de sociedad avanzada. En los prolegómenos del Plan de Repoblación de 1939 los economistas del Gobierno de la II República identificaban como uno de los cuellos de botella del desarrollo futuro de España la insuficiencia de la materia prima disponible para poder cubrir la previsible demanda papel en las siguientes décadas.

A lo largo del siglo XX la progresiva urbanización de la sociedad ha comportado el reconocimiento de la importancia de los bosques para las actividades recreativas, deportivas o la salud y su determinante aportación para la calidad de los paisajes y marco para el turismo de calidad. La preservación del patrimonio natural que emerge ya a finales del siglo XIX con la declaración de los primeros parques nacionales va consolidándose bajo el moderno concepto de biodiversidad incluyendo también la invisible genética. A finales del siglo pasado se consolidó la evidencia del origen antrópico del calentamiento creciente del Planeta. La vegetación, especialmente los bosques, almacenan tanto carbono como la atmósfera por lo que su rol resulta clave en la regulación de su funcionamiento. Además, su uso sostenible permite substituir considerables emisiones que comporta el uso de materias primas no renovables y energías fósiles. En paralelo en los últimos años viene prestándose una atención creciente a la dimensión sociocultural de los bosques tanto por su vital aportación al sustento de las sociedades rurales mediante empleos e ingresos como por su contribución al imaginario colectivo y a la identidad cultural o espiritual.

Constituyen así los bosques y sus actividades relacionadas un ejemplo muy avanzado de integración de los 3 pilares de la sostenibilidad – ambiental, social y económico – mediante la gestión forestal multifuncional en consonancia con el mensaje central de la Cumbre de Río+20: superar la visión segregada de dichos pilares.

Al final del presente decenio la mayoría de la población mundial residirá en ciudades y la población rural en su conjunto comenzará a reducirse, extremo que está ya muy consolidado en los países desarrollados, Latinoamérica y Asia. Por ello constituye un especial acierto el tema escogido este año “Bosques y ciudades sostenibles” al reconocer la relevancia de este proceso e identificar las aportaciones de los bosques a la calidad de vida en las ciudades. Sin dejar de lado el compromiso con en el medio rural profundo que caracteriza lo forestal, no podemos dejar de aprovechar la oportunidad de situar a los bosques en el medio urbano donde pueden realizar aportaciones claves tanto en el ámbito de las zonas verdes y bosques periurbanos como en el de la construcción sostenible. La apuesta por el uso de la madera, el bambú o el corcho en la construcción comporta un gran potencial más allá del propio sector en la lucha contra el cambio climático y la consecución de economías bajas en carbono (circular, bioeconomía).

Pero, más allá de su elemento instrumental en ambos casos, el bosque nos permite construir un relato a la población urbana que compense su creciente desafecto inconsciente respecto del medio rural al que pertenecieron sus antecesores y que evite desarraigo, refuerce la identidad y cohesión social y territorial que facilite relacionar el origen de nuestros recursos renovables claves (madera, alimentación, agua) con nuestro territorio. Su potencial como instrumento de educación socio-ambiental capaz de integrar nuestro pasado a la vez de cohesionar el mundo rural y urbano, hábitos saludables y patrimonio cultural está aún por explorar. Cuando el US Forest Service y el Ayuntamiento de New York acordaron plantar 1 millón de árboles en esa gran urbe descubrieron un instrumento muy potente para acercar su mensaje a una población tan alejada del mundo forestal como la neoyorquina.

El anillo verde del que este año celebramos sus bodas de plata gracias a la visión y perseverancia de los sucesivos alcaldes de Vitoria-Gasteiz y el equipo técnico liderado por el Ingeniero de Montes Luis Andrés Orive, constituye un ejemplo adelantado en el tiempo que merece ser conocido, analizado y replicado. Pero también en el momento en que se recupera el sector de la construcción, la apuesta de las instituciones vascas por el uso de la madera local debido a sus aportaciones en términos de lucha contra el cambio climático, creación de empleo rural, potenciación de un tejido empresarial menos concentrado y más anclado en el territorio constituye una gran oportunidad para construir ciudades sostenibles reforzando sus vínculos con el territorio rural. Esta apuesta por los bosques y la madera local se ha materializado a través del Plan Forestal Vasco 1994-2030 y del PEMA-Plan Estratégico de la Madera de Euskadi, promovido en 2011 por la Viceconsejería de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco.

©FAO Forestry

A lo largo de estos pasados 2 años las entidades que compartimos el proyecto “Juntos por los Bosques” hemos trabajado conjuntamente para trasladar las aspiraciones y propuestas del sector forestal a nuestras instituciones, formaciones políticas y población convencidos de lo vitales que son y aún más pueden resultar nuestros bosques siempre que sean adecuadamente gestionados constituyendo la celebración del Día Internacional de los Bosques una ocasión de oro para ello. Constituyeron ejemplos inspiradores la experiencia de plataformas autonómicas que fueron capaces de integrar a los diferentes actores del sector como en Euskadi Baskegur o la Plataforma Forestal Valenciana. Buscamos construir consensos y complicidades sobre los bosques que permitan construir políticas de largo recorrido capaces de aflorar todo el potencial que tienen y minimizar los riesgos como los incendios. Hemos trabajado con lealtad y perseverancia con el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente para acordar un Plan de Actuación Forestal para esta legislatura que esperamos comience a aplicarse de forma inminente incluida la constitución del Consejo Forestal. Estamos convencidos que la unidad del sector constituye una base muy sólida para la actuación de nuestros poderes públicos. También hemos realizado aportaciones a la nueva PAC 2021-27 como aumentar el porcentaje destinado a su 2º pilar armonizando los niveles de cofinanciación entre ambos pilares. Nos congratulamos que la injusta aplicación del coeficiente de admisibilidad de pastos se esté revisando permitiendo reconocer la importancia de los pastos naturales, herbáceos o leñosos, bajo arbolado o sin él en nuestro país.

Finalmente consideramos clave abordar los efectos de nuestra fiscalidad sobre el sector forestal reconociendo sus peculiaridades como el largo plazo, los elevados riesgos y los servicios ambientales e identificándola como una herramienta clave de dinamización de los espacios rurales menos favorecidos. La consolidación de la fiscalidad ambiental no puede quedar restringido a un mero instrumento recaudatorio sino que debe reconocer también los activos ambientales que como los bosques generan servicios claves a la sociedad. Es el momento de reconocerlo y retornarles una parte del vital servicio que generan poniendo el énfasis de su financiación en las figuras fiscales ambientales relacionadas como el agua o las emisiones de CO2. O reconocemos claramente que el origen de estos servicios procede de la gestión que diariamente realizan millones de selvicultores en este continente o acabarán siendo ignorados o, lo que es peor, penalizados precisamente por realizar estas cruciales aportaciones a la sociedad.

2017 ha sido un año especialmente duro en lo referente a incendios forestales, sobre todo en nuestro vecino Portugal. La fuerte presencia del mundo forestal en el debate social y mediático ha permitido que a diferencia del pasado vaya consolidándose un enfoque innovador en la lucha contra este reto que sea capaz de reconocerlos como parte consustancial de nuestro clima y la gestión de la vegetación como la herramienta más eficaz para contener en márgenes razonables su riesgo.

Nos felicitamos que finalmente haya entrado en el debate político el reto de la despoblación interior de nuestro país. Dado que las zonas más gravemente afectadas por este reto coinciden con las más forestales, abordarlo requerirá reconocer la importancia de la puesta en valor de nuestros recursos forestales.

Solo me resta expresar el agradecimiento a todas las instituciones, entidades y personas que han hecho posible este importante y entrañable acto hoy en Vitoria-Gasteiz e invitarles al acto previsto para el Día Internacional de los Bosques el 21 de marzo de 2019 en Galicia. Eskerrik asko!

Acerca de Eduardo Rojas Briales

Decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes
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