Huracanes como Irma, y los que le han seguido, las lluvias torrenciales de Mallorca, el verano atípico que hemos tenido, en el que ha habido días más fríos de normal para la época siguiendo a otros de mucho calor… Para muchos es una prueba evidente del cambio climático. ¿Podemos atribuir todos estos fenómenos al calentamiento global? ¿Cómo afecta el incremento de las temperaturas al clima? Hemos hablado con José Miguel Viñas, Consultor de la Organización Meteorológica Mundial, para que nos despeje algunas dudas.
– Este verano está siendo raro, con días de mucho calor seguidos con otros muy frescos para la época. Se atribuye al cambio climático, ¿Está fundamentada esa atribución? ¿Tiene alguna explicación alternativa, como fenómenos con un periodo de retorno muy largo que sobrepasan nuestra memoria?
Es evidente que el cambio climático está influyendo en el comportamiento atmosférico, pero vincular cualquier fenómeno extremo o situación anómala que llama nuestra atención a él es una forma muy simple de entender cómo está actuando. Siempre ha habido sequías, olas de calor, huracanes devastadores, monzones… Lo que sí marca ahora la diferencia es en la frecuencia con la que se producen hechos extraordinarios ligados a esos fenómenos. Ahí sí que puede verse esa relación con el cambio climático, no en un episodio aislado, por mucho que nos sorprenda.
– Los fenómenos extremos, como el huracán Irma y los que le han seguido, van a aumentar su frecuencia, según los expertos, podrías comentar algo al respecto. ¿Qué tipo de fenómenos extremos podrían afectarnos en nuestro país?
Los escenarios de calentamiento global plantean un aumento de situaciones propicias para la intensificación de los ciclones tropicales, en la medida en que cada vez están siendo más frecuentes las anomalías cálidas en zonas marítimas por donde discurren esos peligrosos ciclones. Previsiblemente veremos más huracanes de categorías mayores en los años venideros, aunque hay otros factores naturales que también actúan y que en un momento dado (un año en particular o una serie de ellos) pueden contribuir negativamente a su formación y desarrollo. La relación entre huracanes y cambio climático es compleja, pero lo que parece claro es que el factor aguas cálidas va a ir cobrando cada vez un mayor peso, y eso tendrá su reflejo en las estadísticas de los huracanes.
En España, el impacto del calentamiento global será alto, pues incluso en escenarios intermedios las subidas de temperatura que plantean las proyecciones climáticas regionales son importantes. Esto al final se terminará traduciendo también en más situaciones favorables al desarrollo de fenómenos extremos, pues habrá más energía disponible para ello.
– El último Niño fue también muy atípico, desapareciendo y luego volviendo a aparecer. ¿Cómo afecta El Niño al clima? ¿Puede estar influyendo en estas alteraciones meteorológicas?
El fenómeno El Niño, lo mismo que su contrapunto –La Niña–, altera los patrones tanto meteorológicos como oceánicos en distintas zonas terrestres, principalmente en el ámbito tropical. Pensando en huracanes, las condiciones de El Niño favorecen la actividad ciclónica en el Atlántico tropical, que es justo lo que estamos viendo esta temporada. Se está estudiando cómo el cambio climático podría estar afectando a un fenómeno natural y cíclico como El Niño. Es un campo de investigación muy interesante de cara a las predicciones del clima futuro.
– Estamos ahora en un periodo de sequía, ¿por qué se producen de forma recurrente periodos de sequía, seguidos de otros de mayor precipitación?
La sequía es una de las señas de identidad del clima mediterráneo, por lo que no debe extrañarnos que cada cierto tiempo tengamos una de ellas, intercalada por años muy húmedos, donde llueve en exceso. Esos vaivenes meteorológicos vienen dictados por la circulación general de la atmósfera, que está sujeta a distintos ciclos naturales de diferentes escalas temporales, que dan como resultado la gran variabilidad que observamos en el comportamiento pluviométrico. Puesto que sabemos que cada cierto tiempo tendremos una sequía, deberíamos estar preparados para afrontarla con garantías, sin que la situación sea crítica y se ponga en riesgo algo tan básico y vital como el consumo humano.
– Es época de gota fría, que por cierto ha cambiado el nombre a DANA. ¿Podrías hablarnos de la razón del cambio de nombre?
El término gota fría se empezó a identificar con las lluvias torrenciales de la fachada mediterránea a raíz de la “pantanada de Tous”, de octubre de 1982. Aquella riada marcó un antes y un después en la historia de nuestro país, y caló tan dentro de la gente, que se incorporó a nuestro lenguaje lo de la gota fría. Esa expresión tiene su origen en la terminología técnica meteorológica y data nada menos que de finales del siglo XIX, cuando un meteorólogo alemán hizo por vez primera referencia a ella. Mucho después, aquí en España, otro meteorólogo (Manuel Ledesma) hizo uso de la expresión “gota fría” ya en español (traducida del alemán) para identificar el aislamiento de una especie de bolsa o “gota” de aire frío que se descuelga del flujo general de las corrientes del oeste que soplan en altura, quedando aislada en la vertical de la península Ibérica, inicialmente sin un reflejo en el campo de presión a nivel de la superficie terrestre. Estas depresiones aisladas no siempre dan lugar a lluvias torrenciales, pero sí a veces, como en el citado episodio de 1982. En épocas mucho más recientes, el abuso y el mal uso que se empezó a dar a la expresión “gota fría”, hizo que desde nuestro servicio meteorológico (AEMET) se propusiera el acrónimo DANA (dana), que por un lado significa “Depresión Aislada en Niveles Altos” y por otro es el segundo apellido de un experimentado meteorólogo que trabajó durante años como predictor en el servicio meteorológico, Francisco García Dana, lo que sirve de homenaje póstumo a su persona. Por aclarar conceptos: ni todas las danas dan lugar a lluvias torrenciales en el Mediterráneo, ni todas las lluvias torrenciales que allí se producen están originadas por una de esas danas.
– Este fenómeno de gota fría/DANA que suele darse por mayo y octubre, ¿se está alterando también?
Hay datos que certifican que los episodios de lluvias torrenciales en el Mediterráneo ya no se concentran tanto en los meses otoñales, sino que aparecen también en otras épocas del año, si bien no todos ellos están asociados a danas, en la línea de lo que comenté en mi anterior respuesta.
– Y para acabar una curiosidad. Pese a que estamos en la era del “meteosat”, se sigue hablando de las Cabañuelas. ¿Esas observaciones tienen algún fundamento?
Ninguno. Se mantienen por el peso de la tradición. No hay más. Son el reflejo de una de las cosas que desde siempre más ha anhelado el agricultor: tener la capacidad de predecir el tiempo a largo plazo. Es algo que todavía no ha podido resolver la ciencia meteorológica (y el comportamiento caótico de la atmósfera impone un límite a nuestra capacidad de poder hacer pronósticos fiables a más allá de 10-15 días), de ahí que sigan apareciendo cabañuelistas y que se siga vendiendo el calendario zaragozano. Lo que más me sorprende es que siga habiendo gente que da crédito a estas cosas. Es una simple cuestión de fe.