Como en diciembre de 2015, en abril de 2017 arde el Cuera y arde la Cordillera, tanto al oriente como al occidente. Circunstancias meteorológicas excepcionales en un mes de abril parecen justificar unos incendios que se contemplan con resignación e indignación. Resignación entre los ancianos habitantes del medio rural cantábrico, como el de la imagen, y resignación e indignación en la Guardia Civil y entre los profesionales forestales, ante un escenario que pinta paisajes verdes de primavera en negro, como el futuro de la montaña asturiana. Las fotografías de este artículo, procedentes de una fotogalería del periódico La Nueva España, muestran un paisaje de incendios reiterados y erosión severa.
Arde Asturias y me pregunto qué pensarán en estos días los representantes del pueblo asturiano ante la Junta General del Principado, que en marzo pasado decidió modificar la Ley de Montes para eliminar los acotados al pastoreo de los terrenos forestales incendiados[1]. De los seis grupos políticos representados en la Cámara, tan sólo Podemos se opuso a la iniciativa y algunos, como Foro Asturias y el Partido Popular, llegaron a hablar de “días de júbilo” y de “un sueño alcanzado”.
Y en estos días, ¿seguirán celebrándolo?, ¿se cuestionarán sus afirmaciones del mes pasado?
El parlamentario del grupo Ciudadanos que opinaba que “nadie va a atentar contra el medio en el que vive y se crió” ¿pensará hoy que son terroristas yihadistas quienes llevan una semana prendiendo fuego a los montes de Asturias?
¡Qué demagogia entre nuestros representantes políticos! y ¡qué profundo desconocimiento del medio rural que tanto dicen apreciar!
En diciembre de 2015, Asturias se vio asolada por otra oleada de incendios. Esta se diferenció de las anteriores en que puso en peligro una capital de concejo (La Caridad en El Franco), saltó la Autovía del Cantábrico y llegó hasta el mar. Dado el peligro evidente, la repercusión mediática fue muy superior a la de otras ocasiones y el parlamento asturiano se puso a trabajar para solucionar el problema.
La Administración forestal realizó su trabajo y, durante el año 2016 fue publicando en el BOPA más de 160 resoluciones de acotamiento de pastos, que afectaban a unas 13.000 hectáreas.
La televisión asturiana emitió en 2016, en su programa “Asturias semanal”, tres extraordinarios reportajes que describían magníficamente la situación[2] y los colegios forestales nacionales organizaron el 15 de septiembre de 2016 una jornada técnica[3] que puso de manifiesto la problemática subyacente y las diferentes posturas, lamentablemente enfrentadas y distantes.
Finalmente, tras meses de trabajo y de polémicas, el l Boletín Oficial del Estado publicaba el 21 de abril la Ley 2/2017, de 24 de marzo, de segunda modificación de la Ley 3/2004, de 23 de noviembre, de Montes y Ordenación Forestal de Asturias[4], que eliminaba los acotados al pastoreo de los terrenos incendiados y que incluía la obligación de cercar los terrenos arbolados contiguos, por cuenta del propietario del terreno, en contra del dictamen del Consejo Forestal del Principado y del informe emitido por el Colegio de Ingenieros de Montes[5] en octubre de 2016 y con la opinión contraria de 44 de los expertos que comparecieron durante la tramitación legislativa.
El Boletín del Principado publicaba este mismo mes la resolución del 3 de abril dejando sin efecto los acotamientos al pastoreo de terrenos incendiados vigentes en esa región[6].
En diciembre de 2015 ardió también buena parte de Cantabria, pero en esa región optaron por afrontar el problema mediante un diálogo entre todas las partes afectadas, a partir del conocimiento científico y con criterios profesionales, algo que en Asturias han ignorado de manera flagrante. El resultado ha sido la presentación en enero de este mismo año de un “Plan Estratégico de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales 2017-2020”[7], que aborda sin demagogia las causas estructurales del problema y que, si se aplica de manera adecuada en los próximos años, podría reconducir la situación.
La solución al problema de los incendios forestales en el norte de España no es nada fácil, porque un elevado porcentaje está vinculado al uso de prácticas culturales que forman parte de un cierto tipo de manejo ganadero, arraigadas durante siglos y que son difíciles de modificar.
La combinación en las tres últimas décadas de:
- profundos cambios en el paisaje vegetal, como consecuencia del despoblamiento y del abandono del medio rural;
- periódicos episodios de condiciones meteorológicas adversas, con viento sur, que parecen ser más frecuentes e intensos, quizás por el cambio climático; y
- la práctica ancestral de las quemas ganaderas sin medidas de control;
genera un cóctel explosivo que deriva en frecuentes oleadas de incendios que los responsables públicos y los medios de comunicación todavía parecen no entender.
Y es que en general se pone muy poco esfuerzo en intentar entender y resolver el problema.
La estadística oficial del Ministerio, actualizada a 31 de marzo[8], muestra que no se trata de episodios excepcionales. En la última década, durante el primer trimestre del año se producen como media más de 3.200 incendios en España y se queman cerca de 20.000 hectáreas. En los años verdaderamente complicados, como en 2012, que se repiten cada 5 o 6 años, han llegado a quemarse más de 60.000 ha y producirse cerca de 8.000 incendios, fundamentalmente en las comunidades del Noroeste, incluyendo León y Zamora.
Lamentablemente, lejos de adoptar las medidas preventivas elementales, como han hecho en Francia, en el País Vasco y en otros territorios que en condiciones similares no sufren estos incendios, continúan adoptándose decisiones absolutamente contrarias a la resolución del problema, desoyendo las recomendaciones técnicas y las protestas de los grupos conservacionistas[9].
La propia Guardia Civil de Asturias ha vinculado la oleada de incendios al fin de los acotamientos[10]. Y un alcalde del partido socialista, del concejo de Allande, en el occidente, manifestó en la cadena SER[11] que “no quedará un metro sin quemar por culpa de la reforma de la Ley de Montes”
El problema de fondo es lo arcaico del modelo ganadero extensivo de este país, que las autoridades agrarias no se han preocupado de reconducir. España necesita un nuevo modelo ganadero, que a las exitosas explotaciones intensivas de porcino y avícolas, incorpore criterios de responsabilidad ambiental y confort animal sensatos y que integre explotaciones extensivas rentables y con adecuado manejo del territorio.
Sin embargo, las autoridades parecen únicamente preocupadas por el mantenimiento de las ayudas de la Política Agrícola Comunitaria, evitando generar tensiones en el colectivo agrario y ganadero.
El insuficiente control en la justificación de las ayudas ganaderas y en la implantación del Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA), ha provocado recientemente una severa multa del Consejo Europeo al Estado Español[12], tras los reiterados informes de incumplimientos del Tribunal de Cuentas, por importe de 262,88 millones de Euro.
La solución adoptada por el Ministerio de Agricultura y por la mayoría de las comunidades autónomas de aplicar un Coeficiente de Admisibilidad de Pastos (CAP) ciertamente ha introducido el control que la Comisión Europea y el Tribunal de Cuentas venían reclamando a las autoridades españolas; pero lo ha hecho de manera profundamente injusta y perjudicial para quienes verdaderamente dependen de los recursos forrajeros de los montes: para los ganaderos de extensivo. El sistema, lejos de premiar a quienes realizan un manejo adecuado de sus explotaciones, penaliza de manera indiscriminada y técnicamente injustificada, sin considerar el valor forrajero de las superficies leñosas, a quienes aprovechan terrenos de pastos con cubierta leñosa.
Los incendios de estos días tienen mayoritariamente su origen en quemas para recuperar los pastaderos y eliminar ese matorral que perjudica a los ganaderos. Desgraciadamente, se llevan a cabo sin medidas de control y al margen de los procedimientos de autorización de quemas. Las imágenes del satélite MODIS de la NASA[13] de estas semanas muestran que también arde el Pirineo francés, pero allí se han puesto a punto procedimientos sencillos y eficientes de quemas controladas que evitan que se quemen superficies no deseadas. El norte de Portugal, en cambio, muestra una situación tan lamentable como la española.
Tres medidas resultan imprescindibles para encauzar adecuadamente este problema:
- En primer lugar se requiere ordenar el aprovechamiento ganadero extensivo en los terrenos públicos, exigiendo la firma y el cumplimiento de contratos entre las autoridades locales y los titulares de las explotaciones ganaderas, clarificando los supuestos derechos vecinales conforme a la ley vigente.
- En segundo lugar, los ganaderos han de incorporar prácticas de manejo adecuadas de los pastos que aprovechen, sustituyendo la mayor parte de las quemas por desbroces mecanizados e incorporando cerramientos, abrevaderos, vías de acceso y las infraestructuras imprescindibles. Para ello debieran disponer de líneas de ayudas sencillas y bien dotadas, que el Reglamento Europeo de Desarrollo Rural de la PAC contempla.
- Y por último, se han de poner a punto sistemas sencillos de autorización de quemas, como en Pirineos franceses, que impliquen directamente a los ganaderos interesados. Las quemas controladas, realizadas por las administraciones, tienen un coste elevado y complicaciones logísticas de preparación, además de no implicar siempre suficientemente al ganadero, por lo que se consideran una medida menos eficiente.
Para quienes incumplieran las normas debieran estar previstas medidas sancionadoras claras y bien proporcionadas, diferenciando bien las medidas penales de las medidas administrativas, mucho más eficientes. Obviamente, la primera respuesta debiera ser la eliminación de cualquier ayuda pública a las explotaciones infractoras.
Y con carácter general,
- para facilitar la recuperación de la vegetación y evitar la erosión, en aplicación de la Ley de Montes estatal, acotar al aprovechamiento pastoral los terrenos incendiados en pendiente y, por otro lado,
- corregir los sistemas de ayudas públicas con efectos perversos para el medio ambiente, como el CAP, algo que la propia Comisión Europea ha puesto de manifiesto en su informe nacional sobre la revisión de la aplicación de la política ambiental en España[14]. La decisión del FEGA de este mes de dejar sin ayudas a quienes hubieran declarado las superficies quemadas es una medida en la dirección adecuada, aunque insuficiente.
Ello tendría un indudable efecto preventivo de los incendios por motivaciones pastorales.
[1] Ver las actas del debate final aprobatorio de la Ley, con las posiciones de los diferentes grupos políticos (páginas 16 a 21): http://anleo.jgpa.es:8080/documentos/Diarios/PDF/10J101.pdf
[2] Ver: “Incendios”, emitido el 06/02/2016: http://www.rtpa.es/video:Asturias%20semanal_551454805572.html
“Después del fuego”, emitido el 17/12/2016 http://www.rtpa.es/video:Asturias%20semanal_551482019037.html
Y sobre todo el especial “Arde Asturias”, emitido el 16/03/2016 http://www.rtpa.es/video:Asturias%20semanal_1457691680.html
[3] Ver: http://www.ingenierosdemontes.org/Contenidos.aspx?id=jornada-tecnica-incendios-y-gestion-del-monte-de-la-cornisa-cantabrica
[4] Ver: https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2017-4349
[5] Ver: http://www.ingenierosdemontes.org/descargas.aspx?doc=Informe_Acotamientos_Asturias.pdf
[6] Ver: https://sede.asturias.es/bopa/2017/04/05/2017-03784.pdf
[7] Ver: http://dgmontes.org/documents/16835/0/Plan+de+Prevenci%C3%B3n+y+Lucha+contra+Incendios+Forestales+en+Cantabria/c03b6af4-9f95-cf9e-46f0-5eb9a35958f6
[8] Ver: http://www.mapama.gob.es/es/desarrollo-rural/estadisticas/avanceinformativo1eneroa31demarzode2017_tcm7-358485.pdf
[9] Ver: http://www.wwf.es/?uNewsID=43600 y http://www.atlanticaxxii.com/los-ecologistas-vinculan-los-incendios-forestales-al-fin-del-acotamiento-pastos/
[10] Ver: http://m.europapress.es/asturias/noticia-guardia-civil-vincula-oleada-fuegos-fin-acotamientos-pastoreo-20170425104724.html
[11] Ver: http://cadenaser.com/emisora/2017/04/20/radio_asturias/1492697888_647888.html
[12] Ver: http://blogs.publico.es/mundo-rural/2017/02/20/la-aplicacion-de-la-pac-castiga-la-ganaderia-extensiva-uno-de-los-sectores-mas-beneficiosos-para-la-conservacion-de-la-biodiversidad-y-el-sostenimiento-del-medio-rural/
[13] Ver: https://modis.gsfc.nasa.gov/gallery/
[14] Ver pág. 30 de: http://ec.europa.eu/environment/eir/pdf/report_es_es.pdf
Fantastico artículo Álvaro. Gracias por echarlos una mano desde el Colegio. En cuanto al modelo de quemas francés ¿Para cuando una visita a Pirineos atlánticos para verlo en directo?
Coincido en gran parte con lo expresado en este artículo pero hay algo con lo que no estoy de acuerdo y creo que es importante resaltar para no caer en simplificaciones que nos harían tener una visión sesgada de un problema muy complejo.
No creo que los incendios de estos días tengan mayoritariamente su origen en quemas para recuperar los pastaderos; no al menos en muchos de los que he estado trabajando en estos días o en los últimos 10 años. No me cuadra con lo que veo sobre el terreno.
Tendríamos que remitirnos a lo que nos dice la estadística oficial y los informes de la BRIPA y aún con esto deberíamos ver si hablamos de causas ciertas o supuestas porque, en muchos casos, hablamos de regeneración de pastos cuando, claramente, ese terreno incendiado, ni va a producir, ni va a ser objeto de subvención.
No descarto que gran parte de los incendios (y no me atrevo a dar ningún porcentaje) tengan un origen ganadero pero pueden ser otras las motivaciones que se ocultan detrás: facilitar el tránsito del ganado, problemas con el lobo, limitaciones derivadas de la declaración de espacios protegidos, etc.
Nos falta aún mucho conocimiento sobre las verdaderas causas y motivaciones de los incendios en Asturias y sin ello, no podremos dar soluciones adecuadas.
Y por ello también deberíamos ser más cautos con nuestras opiniones al respecto.
Que no se debe generalizar sobre las causas de los incendios forestales es tan evidente como que en la cornisa cantábrica los incendios tienen principalmente un origen ganadero. Ambos hechos son indiscutibles.
Debemos ser autocríticos y pensar, como profesionales forestales, qué parte de culpa tenemos en todo esto, qué hacemos mal y, para resolver este conflicto, ponernos en el lugar de los que tenemos enfrente.
Quizá no estemos sabiendo atender las demandas de la sociedad rural, pero de una cuestión estoy seguro, de esto se sale trabajando, definiendo y comprendiendo la globalidad el problema y dialogando mucho, mucho, mucho para llegar a acuerdos buenos para el monte.
Me ha gustado mucho este artículo, está muy bien redactado y ayuda a profundizar en el conocimiento de este problema. Enhorabuena al autor.
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