La adaptación a la “nueva normalidad” nos ha llevado a replantearnos muchas cosas que antes pasábamos por alto o en las que no hacíamos mucho hincapié. Una de ellas, es el uso de internet, que ha pasado de ser casi un lujo, a una necesidad, como resalta el doctor ingeniero de Montes Juan Picos, director de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra. Ha sido también decano autonómico del COIM en Galicia. Con él hemos hablado en la segunda video-entrevista que realiza el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes.
Aquí os dejamos una parte de la interesante entrevista que podéis ver completa en Youtube.
Unas video-entrevistas que se han puesto de moda con esta pandemia del coronavirus, pero que nos han hecho caer en la cuenta de que este modo de entrevistar tiene sus ventajas. Aunque no sentimos la cercanía física de la persona entrevistada, nos permite asomarnos por una pequeña ventana a su mundo de confinamiento, aunque estemos a cientos de kilómetros de distancia, y a averiguar cómo se las ingenia para seguir con su actividad “habitual” sin salir de casa.
Reinventando el mundo
Sobre la forma en que estamos reinventando el mundo en la “nueva normalidad”, hemos hablado con Juan Picos, en lo referente al mundo académico y forestal. Asegura que los dos meses de encierro se le han pasado volando, desde que cerraron la Escuela de Ingeniería Forestal el pasado 12 de marzo. “La verdad es que se me ha hecho muy corto, han sido dos meses de actividad frenética, porque coincide que justo en este cuatrimestre es cuando tengo más docencia, con lo cual me ha tocado adaptar mi asignatura, la selvicultura, que es relativamente poco amigable al entorno virtual, y además, adaptar el centro y ayudar a mis compañeros en el rectorado de la Universidad a adaptarnos. Y ahora justo estamos planificando el retorno a la actividad presencial, al menos de investigadora. Y también eso supone cambiar estructuras físicas en el centro, y mentales de quienes vamos a trabajar allí, respecto a cómo hacíamos las cosas antes y cómo las vamos a tener que hacer ahora. Con lo cual prácticamente llevo dos meses en la pantalla del ordenador, sin parar. Reunión por mañana, por la tarde clases… Habrá gente a la que esto se le ha hecho muy largo, pero para mí la verdad es que ha sido un suspiro por la cantidad de cosas que había que hacer.
«Teledocencia» de emergencia
Esto nos ha obligado a hacer una «teledocencia» de emergencia en la cual seguro que hemos hecho muchas cosas mal, porque ha sido de emergencia y creo que ahora las reflexiones, una vez que hemos conocido y hemos tenido que bracear en estas herramientas, hay que redefinir el modo de impartir al menos una parte de la docencia. Obviamente el futuro espero no va a ser en un confinamiento absoluto y en un digamos distanciamiento absolutamente radical. Aprenderemos un a convivir con la nueva situación, pero deberíamos aprovechar estas estas herramientas, incluso aunque se “normalizará” todo, porque yo desde luego he descubierto un potencial bastante grande. Y una vez pensado probablemente haría las cosas distintas.
Por ahora hemos intentado traspasar lo que hacíamos presencialmente al entorno virtual, pero creo que merece una reflexión más profunda. Y también nos ha destapado un poco las vergüenzas. Pese a que tenemos un país con una conectividad muy buena comparado con otros: kilómetros de fibra y en estos indicadores macro de nuestra colectividad, realmente después cuando vamos a lo micro tenemos grandes faltas, sobre todo en áreas que no son urbanas.
«Hemos asumido además unas tarifas de conexión especialmente caras, porque asumimos que estar conectados con alta velocidad era un lujo exclusivamente para ver las películas o tener plataformas de entretenimiento. Creo que ahora nos hemos dado cuenta de que esto es una infraestructura básica en las viviendas, como tener agua o luz, y por tanto creo que ahí tenemos mucho que mejorar»
Y lo he vivido porque hemos tenido alumnos que tenían dificultades para conectarse y ha habido que ayudarles con equipamiento o con otros aspectos. Hasta ahora, todo el mundo entendía que tener una conexión de alta velocidad era una opción, y ahora nos hemos dado cuenta de que es básico.
En este entorno, donde además creo que cada vez vamos a fomentar aprovechar lo que hemos aprendido para fomentar el teletrabajo se necesita una conexión buena y además fiable, que no te deje colgado en un determinado momento y estés desconectado y sin posibilidad de trabajar. Yo creo que ahí va a haber va a haber que repensar precisamente esto como lo que es, un suministro básico de cualquier vivienda, centro de trabajo o de educación.
El futuro de la educación forestal
«Es una Escuela un poquito particular, porque en algunos aspectos se ha ido, no digo contracorriente, pero no exactamente en la misma dirección que ha evolucionado el sistema universitario. Somos una Escuela que ha intentado mantener una esencia vinculada a su tamaño, relativamente pequeño. Cuando llegó Bolonia exclusivamente implantamos el grado de ingeniería forestal. Estamos empezando y estamos colaborando con Masters, etcétera, pero realmente nuestro eje es el grado de Ingeniería forestal en un tamaño relativamente pequeño. Seguimos siendo una escuela, un título, frente al mundo universitario, que prácticamente son centros plurititulares, con un montón de titulaciones. Pero nosotros seguimos siendo a ese respecto muy modestos. Nuestro tamaño es relativamente pequeño, porque hemos venido defendiendo durante mucho tiempo una enseñanza basada en grupos muy reducidos y muy personalizada.
Resulta que estábamos pensando en una escuela de futuro, porque en esta «nueva normalidad» hemos sido capaces de defender nuestra estructura docente: grupos prácticos de 15 alumnos para que siempre haya solo un alumno por puesto, para tener prácticamente salidas y trabajo de campo en todas las asignaturas del curso, de segundo en adelante.
Grupos reducidos
Y para eso necesitábamos manejarnos con grupos también relativamente pequeños, con un programa de prácticas en empresa muy capilar con el sector que tenemos en Galicia, incluso ahora estamos haciendo alguna experiencia en formación dual en los cursos superiores. Por lo tanto es una escuela muy modesta en ese término, pero creo que una vez que uno llega allí, y yo llevo bastante tiempo ya trabajando y viviendo allí, la verdad es que es una escuela muy agradable de trabajar, donde todos nuevos nos conocemos y nos tratamos casi diariamente.
Creo que el futuro de la educación forestal tiene que ver más con centros pequeños distribuidos que con grandes centros concentrados. Son disciplinas que necesitan atención y ayuda al crecimiento individual del alumno a lo largo del trabajo
La cantidad de salidas diferentes y variadas que tienen las profesiones forestales hacen que haya que ir casi coelaborando el aprendizaje del alumno durante su tiempo en la escuela y hay ser capaz de incluso aconsejarle y ayudarle a decidir para orientarle hacia alguna de las diversas salidas. No es poner un molde e intentar que todo el mundo salga igual.
La idea es intentar conseguir ese objetivo, esa visión que teníamos, y que además nos permite la necesidad de no ser especialmente grandes porque vivimos en una ciudad con cinco centros de formación e investigación forestal como es Pontevedra. Tiene, aparte del centro de Investigaciones Forestales de Lourizán, el Centro de Formación Profesional también, junto al Centro de Investigación Forestal de Lourizán. Además tenemos la Misión Biológica, la Estación Fitopatológica de Areeiro, y además tenemos a la Escuela de Ingeniería Forestal. Con lo cual nos podemos permitir el lujo de no querer ser una molécula muy grande, sino un átomo capaz de combinar muy bien con el resto de los átomos. Y creo que eso también da un poquito la filosofía de la escuela. Y estoy muy contento de estar ahí.»