Las Plataformas Tecnológicas Españolas de Biomasa para la Bioeconomía (BIOPLAT) y de Química Sostenible (SusChem-España) han elaborado conjuntamente un Manual sobre las Biorrefinerías en España, cuyo principales objetivos son aportar conocimiento sobre este prometedor sector bioindustrial e identificar las ventajas estratégicas que supondría aprovechar esta oportunidad en España, al igual que ya se está haciendo en otros Estados miembros de la UE. Dado que, tal y como se demuestra a lo largo del Manual, el país cuenta con los recursos y está especialmente bien posicionado para hacerlo con éxito.
La Estrategia Española de Bioeconomía aprobada en el año 2016 tiene por objeto impulsar la actividad económica y mejorar la competitividad y sostenibilidad de los sectores productivos que están ligados al empleo de los recursos de base biológica, promoviendo la generación de conocimiento y su utilización para el desarrollo y aplicación de tecnologías derivadas, a través de la colaboración dentro del sistema de ciencia y tecnología y de las entidades españolas públicas y privadas. Además se contempla el desarrollo competitivo de nuevos sectores industriales y de nuevas capacitaciones profesionales. Todo ello para alcanzar un horizonte en el año 2030 con más empresas innovadoras, más competitivas y más eficientes, además de una economía más diversificada y medioambientalmente más sostenible, avanzando en la transición hacia la economía circular que propicia la Unión Europea.
¿Qué puede aportar el sector forestal a la bioeconomía en general a las biorrefinerías en particular?
El posicionamiento del sector forestal estaría relacionado con la obtención y transformación de la madera, el corcho, la resina, la producción de papel y otros productos industriales, así como la obtención de bioenergía y otros bioproductos, y los aprovechamientos y servicios ligados a los ecosistemas, que engloban desde actividades de recolección hasta turismo y ocio. Estos procesos productivos, con gran potencial de generación de empleo y valor añadido, que involucran cantidades importantes de biomasa que puede ser aprovechada, van a estar sometidos a la influencia del cambio climático así como a la necesidad de aplicar criterios de máxima eficiencia y sostenibilidad en su gestión a lo largo de todo el proceso de obtención y transformación.
Además, en numerosos procesos industriales agroforestales se obtienen gran cantidad de subproductos y residuos ricos en materia orgánica que pueden ser susceptibles de utilización para generar productos sustitutivos de los derivados del petróleo, incluyendo nuevas gamas de bioproductos, tales como biolubricantes, bioplásticos, aditivos alimentarios, cosméticos, barnices, disolventes, etc., y bioenergía (biocarburantes avanzados, energía térmica o eléctrica, etc.).
Las biomasas de origen forestal las podemos clasificar en cultivos, aprovechamientos forestales y residuos de las actividades forestales;
- Cultivos: especies principalmente leñosas producidas mediante las actividades de cultivo en terreno forestal, cosecha y, en caso necesario, del procesado de las materias primas recolectadas. También se consideran los productos forestales no madereros como las plantas aromáticas y medicinales, procedentes de recolección en sus hábitats naturales. Y además otros productos que pueden venir de terrenos agrícolas sean como cultivo principal o subproductos.
- Aprovechamientos forestales: biomasa originada como producto de las operaciones silvícolas en las masas forestales que precisen de permiso de corta o en su defecto plan de ordenación para su extracción. Se incluiría aquí también clareos y podas que no precisan permiso alguno (<10cm) o notificación en caso de especies de turnos corto.
- Residuos forestales: biomasa residual generada en el desbroce, tratamientos silvícolas y en el mantenimiento de las masas forestales y los espacios verdes.
y también las que provienen de procesos industriales:
- Subproductos y residuos procedentes de instalaciones industriales del sector forestal: industrias forestales de primera y segunda transformación (cortezas, serrerías, carpinterías, etc.), subproductos de la industria de la celulosa (lejías negras), procedentes de la recuperación de materiales lignocelulósicos (palés, materiales de construcción, muebles viejos, etc.).
Un mayor uso de estas biomasas va a tener como una de sus primeras consecuencias la posible disminución del número de incendios forestales y previsiblemente también la disminución de las superficies afectadas.
¿Tenemos en España biomasa suficiente para todo esto?
La respuesta que dan los expertos y que recoge con todo detalle el manual es que sí. España dispone de capacidad para generar los distintos tipos de biomasa considerados y que además lo puede hacer sin interferir con las necesidades de materias primas de la industria forestal para funcionar como hasta ahora. Por ejemplo, solamente para el caso de los cultivos y de acuerdo al estudio técnico Evaluación del potencial de energía de la biomasa, publicado en 2011 por IDAE, el potencial existente para producir cultivos con el que cuenta España es de casi 40 millones de toneladas que podrían producirse cada año. De estos, 17,7 millones corresponderían a biomasa herbácea y 21,6 millones a biomasa leñosa.
Hay que considerar el dinamismo que en esta cuestión tienen las masas actuales donde, según datos comparativos de sucesivos Inventarios Forestales Nacionales, sube el crecimiento (por expansión lateral y maduración) por lo que hay además de la reserva de subir del 40% de cortas actual al 70% la dinámica que se produzca en los próximos decenios. En todo caso, existirían suficientes controles que asegurarían que no peligre la sostenibilidad.
Si se necesitan generar nuevos cultivos para obtener biomasa, ¿qué características deberían tener éstos?
Puesto que en la actualidad no existen en España cultivos específicos para las biorrefinerías, al menos a escala comercial, su definición futura pasa necesariamente por tener en cuenta las siguientes consideraciones:
1) El cultivo de nuevas especies de biorrefinería debería limitarse a terrenos donde no compitan con cultivos alimentarios.
2) Estos cultivos deberían desarrollarse principalmente en barbechos actuales de secano, asegurando la sostenibilidad del ciclo del agua.
3) El éxito de cultivos específicos de biorrefinerías en estas condiciones pasaría necesariamente por el empleo de especies y/o variedades vegetales bien adaptadas al terreno y a las condiciones climatológicas, que no sean invasivas y que su transformación de lugar a compuestos singulares de alto valor añadido.
¿La implantación de las biorrefinerías va a suponer más empleo?
Rotundamente sí. Todos los tipos de biomasa susceptibles de procesamiento en biorrefinerías están muy ligados al medio rural y al sector primario (agricultura, forestal, ganadería), lo que implicaría general empleo de todos los niveles en el mismo, además de fijar población el lugares con graves problemas de despoblación.
¿Existen ya biorrefinerías en España?
En España, existe un interés claro por las biorrefinerías y ya existen entidades que están realizando proyectos de I+D+i en este ámbito. Este tipo de iniciativas cuando se lideran por empresas privadas, en general precisan de cierto apoyo institucional al menos en sus inicios.
Puede destacarse el proyecto CLAMBER78 (Castilla-La Mancha Bio-Economy Region), que sienta las bases para convertir a esta región en el referente del sur de Europa en el marco de la investigación relacionada con el aprovechamiento de la biomasa. Incluye la construcción de un Centro de Investigación, en el que se albergará una biorrefinería a escala planta piloto modular. El manual recoge otras iniciativas que ya son realidad en nuestro país.