“El reto de poner en valor los espacios forestales de titularidad colectiva no puede ser únicamente el esfuerzo ímprobo de unos pocos sino una prioridad política”
La Asociación Forestal de Soria acaba de ser galardonada con el prestigioso premio “Elinor Ostrom” por su aportación a la revitalización de los montes de socios. Elinor Ostrom, fallecida en 2012, obtuvo el Premio Nobel en Economía por su histórica aportación a los bienes comunales frecuentemente sucumbidos entre el culto a lo privado o el monopolio del estado.
Los principales recursos de titularidad colectiva local son precisamente los bosques, pastizales extensivos, el agua de regadío y la pesca de bajura. España es un país con una extensa superficie forestal, en una buena parte pastable, que ocupa el 55% de su territorio. De esta extensión cerca de un 40% son de naturaleza colectiva que, por el prolijo devenir de nuestra historia, han evolucionado hacia múltiples formas jurídicas que van desde la propiedad municipal al uso comunal sobre propiedad municipal, montes vecinales en mano común y montes de socios. De las dos primeras, la mayoría están incluidas en el Catálogo de Utilidad Pública.
Si reconocemos que el elemento diferencial de los pueblos es su capacidad organizativa, el reto se encontraba en poner en valor las bondades de una propiedad colectiva local, especialmente por inclusividad y economías de escala, compensar mediante innovación organizativa los déficits de gobernanza y gestión identificados. No debe obviarse el contexto de envejecimiento y despoblación extrema en el que se ha trabajado. La incorporación de aquellos exlugareños emigrados ha sido una de muchas aportaciones originales que han resultado claves.
La positiva experiencia ahora galardonada se alinea con la sólida evidencia observada en los países tropicales más amenazados por la deforestación, donde la gestión local es la mejor garantía de la continuidad de sus recursos naturales y freno a la deforestación, más incluso que áreas protegidas.
Abordar el reto de poner en valor los espacios forestales de titularidad colectiva no puede ser únicamente el esfuerzo ímprobo de unos pocos sino que requiere de una prioridad política sostenida que incluya la adecuación de nuestro marco jurídico a la sociedad del siglo XXI, compartir experiencias similares dentro y fuera de España, adecuar la fiscalidad y, en general, empoderar a la población local para que devenga la verdadera protagonista de su destino.