José Luis Gallego: “El rosa que genera el amanecer en las montañas nevadas es espectacular”

DOCE CITAS CON LA MONTAÑA

José Luis Gallego, periodista

“Mi afición a la montaña viene de mi querencia y amor a la naturaleza. Las montañas siempre han jugado un papel fundamental a la hora de descubrir y estudiar la naturaleza, porque albergan mucha biodiversidad, y también muchas especies en peligro de extinción, por eso son tan golosas para los amantes de la naturaleza y naturalistas aficionados”, lo dice José Luis Gallego, que acaba de publicar su último libro “Disfrutar de la Naturaleza”. Entre otras cosas propone una vuelta a la naturaleza como terapia para calmar el alma. Con él conversamos en esta nueva Cita con las montañas.

José Luis, ¿que te a porta personalmente la montaña?

Mi huida natural desde el barrio obrero de Barcelona donde nací era coger un tren e irme al Pirineo catalán, en este caso de Girona. A Ribas de Freser, desde donde subíamos al Pico del Infierno, ya en montaña dura. Pero no íbamos con afán de alcanzar cimas, sino de observar la naturaleza. Hay mucha fauna y flora de alta montaña, como el roquero rojo, los rebecos, la flor de nieve, que te obligan a encaramarte en las cumbres. Muchos amantes de la naturaleza somos montañeros no por el afán de alcanzar ningún hito sino porque ahí están nuestros animales y plantas más admirados.

¿Qué supone para ti conocer las especies que estás viendo?

Es una sensación de familiaridad y de recuerdos. Dicen que hay canciones y perfumes que son personas, a mí me ocurre con los paisajes. Me traen recuerdos. Yo le dedico un capítulo entero a una mañana con nieve en la que recuerdo un amanecer en un refugio de alta montaña. Me quedé literalmente congelado en la puerta, pero no de frío, sino por la impresión que me causó el paisaje nevado coloreado de un rosa que no he vuelto a ver en otro lugar. El rosa que genera el amanecer en las montañas nevadas no tiene igual, no existe en ningún Pantone creado por el hombre. Por eso en este libro relato instantes de magia como este.

En una cita anterior con la montaña, Eduardo Martínez de Pisón decía que lo más importante de ir a la montaña no es alcanzar la cima, sino las personas que te acompañan. ¿Estás de acuerdo?

Siento veneración por Martínez de Pisón, con quien he tenido el honor de impartir un par de charlas. Y estoy de acuerdo con todo lo que dice, incluido que la compañía es fundamental cuando sales a la montaña. Una de las cosas más hermosas de salir al monte es tener la posibilidad de compartir lo que ves. Cuando salgo con mis amigos y mi familia además intento traducirles lo que la naturaleza me dice.

Decía Darwin que para quien sabe mirar, la naturaleza es un libro abierto…

Te da muchos mensajes. Una deyección en una piedra delata a una garduña, una marta, una jineta, un tejón; o cerca de un río unas huellas de nutria. No es necesario ver la fauna, basta con ver las huellas que dejan.  En ese compartir y comentar, hay otro gusto añadido al de contemplar, que a mí me contagió mi añorado maestro el doctor Félix Rodríguez de la fuente: el amor por la naturaleza y la pasión por contarla.

Somos muchos los discípulos de Félix por sus fantásticos documentales…

Yo tengo un Félix previo al de los documentales de la televisión. El de la radio, con el recuerdo de esas tardes con mi madre, en la cocina de casa, en un barrio obrero de Barcelona, escuchando “La aventura de la vida”, en la que Félix empezaba siempre con sonidos que te llevaban a paisajes lejanos mentalmente y a escuchar la historia de la noche del león o del inuit, del cerro perdido. Y yo, literalmente, en mi infancia de enamorado de la naturaleza temblaba de miedo o de emoción con el león o el esquimal en el Ártico. Estoy convencido de que la figura de Félix generaría una conversión de la sociedad hacia la conservación de la naturaleza y el respeto del medio ambiente que nos vendría muy bien. En ese sentido lo añoro mucho, no solo por lo que me hacía disfrutar sino por el bien que le hizo a este país como divulgador ambiental.

¿En qué momento decides que quieres ser naturalista?

Fue un encuentro por ambos lados, por el de la naturaleza y el de la radio. Estoy enamorado de los dos medios. Y hablo de la naturaleza como un medio de comunicación y quiero reivindicar su figura como medio de comunicación. Porque comunica, entretiene e informa, igual que un medio de comunicación. Yo decido convertirme en naturalista cuando en mis paseos por las montañas del pirineo catalán añado mis encuentros con Félix en la radio que me ayudan a entender lo que estoy viendo. Que ese pájaro gigantesco que sale detrás de una loma es un quebrantahuesos. Y que su alimentación está basada en arrojar desde las alturas los huesos sobre los rompederos para hacerlos añicos y alimentarse de ellos. En ese momento decido que también quiero contar la naturaleza, como Félix. Y en eso me afano ahora, en intentar que la gente redescubra la naturaleza. Porque cuando amas algo, lo proteges con más pasión que cuando lo ignoras.

Centrándonos en tu libro, cuéntanos como nace

“Disfrutar en la naturaleza” es un libro que nace de mis cuadernos de campo, de mis momentos de radio con Julia Otero en Onda Cero, de mis páginas en la Vanguardia o en El Diario.es. Esos momentos llevan a Alianza Editorial a ponerse en contacto conmigo para darlos formato de libro, con el propósito de que se convierta en un diario íntimo, un cuaderno de bitácora para todos aquellos que se sienten cerca de la naturaleza. Nace de las anotaciones adolescentes en mis cuadernos de campo, que aún conservo y que son mi mayor tesoro y el mejor legado que puedo dejar a mis hijos. Del adolescente que se creía que estaba descubriéndolo todo, aunque fueran las evoluciones de un bando de gorriones o una araña tejiendo su red en una de las esquinas de mi cuarto. Eso es lo que he intentado plasmar en este libro, el amor que yo siento por la naturaleza. Por si a alguien le puede ayudar a disfrutarla.

Me llama la atención el capítulo que dedicas al olor del musgo tras la lluvia…

Este es un libro sensorial. No me cabe duda de que las impresoras del siglo XXIII reproducirán aromas y sensaciones. Pero como aún no es posible, me gustaría trasladar al lector el olor de un hayedo tras la lluvia, porque es algo que hechiza, al respirar hondo y notar ese perfume del olor a bosque después de la lluvia. Y ese olor lo da en gran medida el musgo, que retiene el agua como la celulosa de los pañales de los niños. Y cuando la suelta se convierte en un aroma perfumado. El musk, una esencia de los perfumistas, que en el bosque es más sensorial que el de las perfumerías.

¿Qué papel tienen las sensaciones que describes en los baños del bosque para curar el alma como apuntas en otro capítulo del libro?

No hay mayor desincentivador de emociones que un documental lleno de animales. Cuando sales al campo, ver una manada de ñus o un oso, es imposible y genera frustración. Los encuentros con la fauna son esporádicos y duran segundos. Por eso yo prefiero hablar de sensaciones, que si están. Amaneceres, atardeceres, olores, texturas, paisajes comunes, un paseo por un parque urbano, por el paisaje más cercano a golpe de tren de cercanías, no hace falta subir a las cumbres para disfrutar de paisajes espectaculares.

¿Y cómo se plasman esas sensaciones en lo que hoy casi todos más necesitamos, que es tranquilidad, relajación?

Le dedico un capítulo a la necesidad de volver a la naturaleza, porque es imperiosa. Se han convertido en una corriente editorial los libros que reclaman los baños de bosque, o el placer de contacto con los árboles. En este sentido, “Disfrutar en la naturaleza”, este nuevo libro mío es uno más de esta corriente. Propongo la naturaleza como terapia para recobrar el ánimo, la calma, el sosiego. Menos tranquilizantes y más paseos por el bosque, sobre todo en el caso de los chicos. Me parece que es terrible lo que se ha dado en llamar el síndrome del déficit de naturaleza que padecen muchos niños. Y me parece muy triste. Y creo que yo tuve mucha suerte, porque viviendo en un barrio de ciudad me volví un amante de la naturaleza a través de los programas de Félix Rodríguez de la Fuente. Y creo que los que estamos en los medios debemos intentar seducir a los padres, más que a los niños, para que los lleven con urgencia al campo. Por eso este libro quiere despertar el interés en los padres

Me ha gustado mucho la presentación que haces en la solapa de tu libro, diciendo que eres naturalista, divulgador ambiental y escritor y a continuación destacas que eres ingeniero de Montes de Honor por la Universidad Politécnica de Madrid…

Ese es el título más honorífico que he recibido en mi vida. Un amante de la naturaleza no puede aspirar a nada más que ser guardabosques, el oficio más noble del mundo. Y el momento en el que me comunican que ha tenido a bien concederme el título de Ingeniero de Montes de honor lo vivo con una emoción de llanto. Y lo dije cuando el Rector me impuso la insignia. Y me temblaba la voz. Porque para un chaval que salía al monte para observarlo y conocerlo que la máxima autoridad en la custodia y la ordenación de nuestros bosques, como es la Escuela de Ingenieros de Montes, te diga que quiere reconocer tu tarea porque cree que lo has hecho bien, porque has contribuido a lo que intenta fomentar esa carrera, me pareció como si a un estudiante de arte le nombran honoris causa por la universidad de Florencia. Y hago ostentación de ello con mucho orgullo y lo intento poner por delante de cualquier otro mérito.

Una actitud muy valiente por tu parte, porque los ingenieros de montes últimamente no son tan bien considerados por la sociedad como un ecologista. ¿Qué opinas de ambas visiones de la naturaleza?

Los ingenieros de montes han hecho una labor magnífica y no siempre bien reconocida en ese país. Han ido evolucionando con los años. Y sus labores de ordenación y custodia del territorio forestal han sido imprescindibles para el mantenimiento de la biodiversidad y los ecosistemas forestales tal y como los tenemos hoy en día. Esa idea utópica y equivocada de que la naturaleza forestal no hay que tocarla y esa imagen prístina de bosques evolucionando por su cuenta conduce al caos.  Tener mucho bosque no siempre es una buena noticia. Lo importante es tener el bosque ordenado, con un aprovechamiento sostenible, del corcho, de los recursos madereros incluso, la selvicultura entendida como una forma de vincularte con la naturaleza de forma respetuosa y desde la sostenibilidad me parece que es magnífica. Los bosques sucios, enmarañados, que tienen una propensión a arder mucho más alta de lo que nos imaginamos, no siempre son una buena noticia.

Pero se dice que tienen menos biodiversidad, ¿qué opinas?

Hay arboledas inmensas, que son en realidad recursos para aprovechamiento forestal, como los pinares de Soria, Covaleda, Vinuesa, esas maravillosas pinedas que acogen un montón de biodiversidad y que están ordenadas y dan un aprovechamiento micológico magnífico del que viven muchos pueblos, me parece el mayor ejemplo de economía circular al que uno puede acudir para explicar ese concepto.

¿Hay bosques que no estén de alguna forma modelados por el hombre, como otra especie más?

El hombre forma parte de la cadena trófica. Otra cosa es el uso de la razón del ser humano a la hora de relacionarse con la naturaleza. Los bosques bien gestionados son los que acogen las especies más emblemáticas. Hay muchos ejemplos, como el lince ligado a la dehesa, o el buitre negro a los alcornocales. Bosques cincelados por el ser humano en base al respeto y la sostenibilidad. Es la base del aprovechamiento de los recursos forestales. Y en eso los ingenieros de motes, con su formación como gestores del territorio, que les permite saber cuándo repoblar, cuándo hay excedentes y las especies que tienen cabida en un territorio, hacen paisaje. Por tanto, quienes proponen y verterán a España en su biodiversidad son los ingenieros de montes, por encima de los gestores de reservas y directores de parques o naturalistas. Un ingeniero forestal sensato es el mejor conservador.

Para acabar, y volviendo de nuevo a las montañas, si cierras los ojos, ¿qué paisaje viene a tu mente?

Estamos en julio, con calores que pueden ser importantes, y por eso yo me iría a un hayedo, a Irati, o al pirineo; o me emboscaría en las cumbres de Sierra Nevada o en los pinares de Guadarrama, con la posibilidad de disfrutar de especies tan impresionantes como la mariposa isabelina, la más maravillosa del mundo.

Acerca de Pilar Quijada Garaballú

Gabinete de Prensa COIM
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