Bosques y crisis ambiental en el siglo XXI

En primer lugar quiero agradecer profundamente el reconocimiento recibido por parte del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes al ser nombrado como Colegiado de Honor en este año.  Por ser de quien viene: los ingenieros forestales, el sector profesional del bosque desde casi doscientos años iniciados en la primera Escuela de Montes de Villaviciosa de Odón. Embrión  de la sostenibilidad más remota, desde donde Agustin Pascual y sus compañeros formados en Tharand, bajo la maestria de Cotta, en la nueva ciencia dasométrica. Ellos inocularían las primeras ideas y, sobretodo, las técnicas de aprovechamiento del excedente del sistema bosque; una nueva metodología  que tendría una matriz conceptual aceitada con el conservadurismo incipiente de Goethe y los primeros mimbres de una iniciática ecología humboldthiana.

Hecho este modesto arranque del conservacionismo a partir de la emergente ciencia forestal, quiero mencionar que en España los  precursores de la educación ambiental fueron Cordorniu y Rafael Puig i Valls, quienes con la instauración de la Fiesta del Árbol, abrían un camino de motivación y respeto al  medio natural a partir de la acción  pedagógica de plantar un árbol. Una propuesta  que Puig y Valls, importó de su viaje a Norteamérica, tomando buena nota del Arbor Day, en su visita a Nebraska, donde el gobernador Norton había organizado  la  primera Fiesta del Árbol.

A nuestro entender  el carácter de las formulaciones surgidas en aquel contexto, tendrían significancia notoria en el  ordenamiento, gestión y cuantificación solvente de las actividades extractivas, deviniendo en su esencia,  unas primeras vías de modernidad y de uso racional de los recursos naturales, con el interesante añadido de llevar asociado, las primeras propuestas de motivación pedagógica, vía Fiesta del Árbol, para generar el respeto al árbol y al bosque, así como las primeras formulaciones de creación de espacios naturales protegidos.

Valga esta breve introducción como reconocimiento a un pionerismo relevante para el país. Un vanguardismo que lleva siempre asociado, unos elevados costes de comprensión,y un sobre esfuerzo en tiempo y energía en las fases iniciales de su  implantación.

Acepten esta modesta reflexión acerca de la puesta en valor labor que habéis hecho desde vuestra profesión, en los umbrales mas remotos de la gestión sostenible de los bosques, remarcando el valor notorio y esforzado  que siempre representan  los inicios.

Siglo XXI: nuevo milenio, nuevas dinámicas

El salto vertiginoso al siglo XXI, representa una etapa histórica caracterizada por una dinámica de cambio constante en todos los planos y una aceleración de los procesos y de los cambios perceptivos en general, de los que no se escapa el bosque.

Reconociendo que el bosque y el árbol, son portadores intemporales de aspectos socioculturales tan antiguos como la propia humanidad. La dimensión universal del bosque y del árbol ha sido, y sigue siendo, punto de encuentro compartido por todas las civilizaciones y culturas del mundo.

La percepción social del bosque ha podido representar, y actualmente lo mantiene de forma relevante, el paso entre una vieja y una nueva era. Incluso se habla del bosque actual, como  un bosque diferente en estructura y dinámica, sin precedentes documentados.

Actualmente  el paisaje en general y el bosque en particular, es considerado una expresión híbrida de historia natural  y de historia social, incluso se puede hablar de  una caligrafía forestal del paisaje, la morfología del bosque deviene una dendronarrativa literaria, en un ejercicio evolutivo de autoescritura.

El bosque nos describe al menos en parte, el modelo económico, energético, urbanístico, cultural, social. El bosque, como variable más madura del paisaje, es el resultado de una ecuación compleja: fuerzas inductoras de carácter biofísico, cruzadas por fuerzas inductoras biofísicas de carácter socioenergético.

Actualmente una fracción notoria de los bosques españoles se encuentran en baja  o nula gestión. El nuevo bosque, tiene percepciones sociales distintas, algunas muy alejadas.

De la introcabilidad, como ideal, a la productividad no mesurada, como derecho de pernada. La primera de ellas es de implantación reciente, situando  el bosque en un escenario de sacralidad, en la que la intocabilidad seria el ideal, expresada en el mito del bosque maduro, con la climacidad fitocenológica como máxima expresión de madurez.

Una vez más, el bosque deviene protagonista social clave. En el contexto de crisis ambiental contemporánea, juega ya, sin duda un papel  primordial para su necesaria superación.

Dr. Martí Boada

ICTA. UAB

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